Texto realizado mediante Reseña plantilla* (Inspirada en el copypaste de Mario Bellatin).
Manuel Vilas está confeccionando una de las obras más interesantes y unitarias de nuestro panorama literario. Calor está en las antípodas del aburrimiento o de la indiferencia, un poema que demuestra que el pulso de la poesía española es capaz de golpear todavía con fuerza, un poema hecho contra tirios y troyanos, contra el encorsetamiento literario y político (quizás pocas obras actuales atenten como Calor de Vilas contra la sacrosanta y omnipresente corrección política) y en la que, por encima de todo, sale triunfante la literatura.
El sujeto poemático usurpa todas las identidades que le rodean cual vampiro, termina protagonizando todo acontecimiento que ve, en un baile de máscaras. Este personaje es un hedonista compulsivo cuya agresividad se descarga pensando, esto es, escribiendo. Incapaz de creer en algo más allá de la existencia, se complace en el deleite de cosas mundanas (el vino blanco, el marisco, las mujeres) y perecederas, por más que su disfrute sea del todo incompleto. De ese modo, el personaje Manuel Vilas salta desde sí mismo al imaginario colectivo de todos los que, como él, han asistido a transformaciones vitales de una generación, de una geografía, de una manera de pensar. Todas las voces de Calor vienen a ratificar el multiperspectivismo desde el cual se crean nociones tan complejas como las identidades relatadas. Hasta su autor y su editor se presentan como sujetos escindidos con identidades contrarias.
Calor conduce a La saturación de niveles de discurso y de referencias de todo tipo, la parcelación de la narración, la exaltación de la imaginación y la nostalgia por un mundo que ya nunca será el nuestro, porque el nuestro es un automóvil con la música a toda pastilla,… sintoniza no sólo con el blog, sino con youtube, con Google, con la lectura simultánea, a saltos, de la pantalla, de las pantallas.
Les dijo a los chicos que tenían que estar contentos de estar vivos. No puede ser narrada esta felicidad. Y así hasta el infinito, hasta acabar con el lenguaje. La consecuencia que se desprende de este anhelo es la total desaparición de los discursos, de las construcciones y de los artificios. Esta situación daría paso a una especie de utopía en la que las visiones sobre uno mismo, sobre el otro, sobre la historia, etc. no tendrían sentido alguno y que además nos permitiría vivir sin todo el entramado conceptual con el que las relaciones se producen de manera estereotipada. Contra las ilusiones ideológicas que utilizan el porvenir como horizonte inasequible y excusa de los errores presentes, España viene a mostrar el mañana como pecio, como ruina impresentable de todos los ahoras.
Calor es una obra política, sin héroes ni empaque ideológico ni mucho menos adscripción partidaria, pero una obra que reflexiona y lanza preguntas, desde su atrevimiento e indudable modernidad, sobre lo que se entiende (o no se entiende) por este país alguna vez llamado CALOR.
Calor es todo el mundo de Vilas, cargado de crítica, de ironía, de desgarro, de visiones entre complacientes y provocadoras del mundo urbano.
El salto, el gran salto, que quizá ha pegado la obra de Vilas en el tránsito de Resurrección a Calor pasa, además de por la profundización en lo político, por la inclusión de la tecnología como tema sobre y desde el que reflexionar.
Pero en realidad esto no es más que un apunte, más que un comienzo, porque Calor es el poema de la saturación, del exceso, de la exacerbación del lenguaje, de la proliferación, de la mutación del yo y la metempsicosis del discurso místico y religioso, redivivo para ser torturado en plena martirología del lenguaje. Y es más, podría verse como un RealTime: La aceleración al futuro. El destino de un país siempre se proyecta sobre el mañana. Un horizonte de prosperidad, de progreso, de realización del destino nacional como manifest destiny: tal es el repertorio de los mítines, de la oratoria política, del discurso público en general. Las ilusiones de trascendencia figuradas en un Futuro Mejor: este es el principal motivo satírico del libro.
En el mundo cristiano, una cultura realmente prestigiosa se ha extendido a lo largo de los siglos, tanto en el campo de las letras y de la filosofía, como en el de las ciencias y de las artes. Esta situación indica ya la orientación de la tarea: evangelizar las culturas e inculturar la fe. Es decir, queridos amigos, allí reside la verdadera exigencia de la cultura cristiana. Esta maravillosa creación del hombre sólo puede surgir de la contemplación del misterio de Cristo y de la escucha de su palabra, puesta en práctica con una total sinceridad y con un compromiso sin reservas, a ejemplo de Manuel Vilas. Ya solo queda agradecer al pueblo español, verdadero artífice de la realidad patria, representado por las distintas fuerzas parlamentarias, y que ha manifestado en el referéndum su voluntad de apoyo a CALOR que a todos debe regirnos.
*Este texto está confeccionado a partir de fragmentos de discursos de Rosa Benéitez Andrés, Jorge Carrión, Antón Castro, Eloy Fernández Porta, Peio H. Riaño, Juan Carlos I, Juan Pablo II, Luis Luna, Vicente Luis Mora, Javier Moreno y Diego Salazar . Espero que todo ello sirva para además de resaltar la calidad y unidad de la obra de Manuel Vilas, para reflexionar y debatir en torno a la crítica literaria.
PABLO LÓPEZ CARBALLO
Totalmente de acuerdo con la teoría que subyace bajo la crítica: si otros han dicho ya cosas importantes, por qué adjudicarse como propias esas ideas. Una postura humilde y sensata, a la par que un buen ejercicio de rastreo de buena información. Enhorabuena, Carballo, eres casi tan bueno como Kid Koala 😉 : http://youtube.com/watch?v=KbFIGFv4GLQ.
Un abrazo.
Tienes razón en lo que dices. Además de eso deberíamos pensar que siempre estamos sacando frases, párrafos u obras enteras fuera de contexto. Mentamos a teóricos, establecemos relaciones o nos apropiamos de sistemas de pensamiento con impunidad y sin cita, ¿hasta que punto es lícito? Es interesante el video que enlazas en el comentario, ¿se parecen el dj y el crítico?, ¿son ambos creativos? La respuesta más segura y sin riesgos sería decir «depende de quien». Muchas veces creemos estar diciendo algo nuevo, pero la sospresa es mayúscula cuando descubres que ya lo han dicho antes. Yo estoy con Barthes cuando dice que el crítico debería ser un creador, pero la realidad se empeña en desmentirlo en nuestro panorama.
Un saludo Ibrahím y gracias por el comentario.
También me parece que está muy bien traído lo del DJ, que genera algo nuevo a través de la mezcla de loops extraídos de músicas que compusieron otros. También, de forma parecida, opera un diseñador gráfico, que puede reciclar la estética de un cartel de boxeo de los 70, tomar la última tipografía utilizada en un anuncio de Nike, y venderlo como algo nuevo. El texto parece siempre pedir originalidad absoluta, o esa es la exigencia autoimpuesta, pues ejercicios como el de Pablo demuestran que esas barreras solo están en nuestra mente. Prueba de ello es que la crítica de Pablo funciona de maravilla. Creo que es un camino valiente y lleno de posibilidades.
Ibrahím, lo del tema del apropiacionismo… habría que pensar por qué no parece escanaloso que alguien haga un disco de mezclas lleno de pedacitos de decenas de músicas, y en cambio haya tanto pudo a hacer lo mismo con un texto (o a lo mejor es que estamos empezando). Supongo que al final subyace un asunto de proporciones, es decir: cómo de nuevo es lo que haces en proporción a lo que copias. O algo así.
Miguel: como tal, el tema del apropiacionismo no es ni mucho menos novedad en asuntos de crítica. Las citas, los pasadizos, de siempre han sido una constante; por ejemplo, la crítica anterior de Afterpost, de Jara Calles, remite a F. Duque y a Wittgenstein. Precisamente, hace 5 minutos estaba leyendo ‘Trayecto’, y en una crítica sobre ‘Lo peor de todo’ leo una referencia a Faulkner. Y de la Academia ya ni hablamos: la práctica totalidad de tesis-basura y ensayos-spam que me he tenido que tragar en la carrera son solo eso, compendios de lecturas.
Lo que aquí se plantea como novedad, y felicito por ello a Carballo, no es samplear en sí (a mí, desde luego, me fascina tanto el sampler musical como el textual), sino samplear reseñas. Supongo que como afirmaba Vicente en la recientemente publicada entrevista en su blog, en buena medida el camino de la crítica se dirige a tender puentes. A mí, desde luego, me parece una sabia decisión, entre otras cosas, por ejemplo, si se tiene en cuenta cómo cada disciplina creativa diverge de las restantes en su forma de abordar la realidad [en mi caso particular, me interesa la radicalidad de registros que distingue a literatura, la publicidad y el rap (!)]: tras eso, parece necesario volver a reunificar conceptos. Añádase a ello lo verdaderamente importante: que el exceso de información, si a algo precisamente anima no es a seguir produciéndola (insisto: estoy hasta la ***** de almacenar espam académico, fotocopia de la fotocopia de la foto…), sino a ordenarla en conocimientos. Definitivamente, no corren buenos tiempos para la creación original en el sentido estricto. No pasa nada, es solo coyuntura histórica.
Supongo que lo creativo aquí estriba en la ausencia de precariedad a la hora de trazar puentes.
Saludos.
PD: Gracias a Afterpost por permitirme desfogarme en temporada pre-exámenes. Destaco vuestro servicio disuasor de violencia.
Ay! Cuanto daño ha hecho el Romanticismo en nuestras mentes!! La originalidad y lo creativo son mitos del genio moderno. En realidad lo que estamos tratando aquí no es más que la versión descarada del “imitatio” y “aemulatio” latinos. Como bien dice Ibrahím no es tiempo de producir discursos nuevos, sino de relacionar y encontrar mayor sentido a todo el conocimiento que ya hemos construido (parece que volvamos al tan denostado medievo). Y esto es lo que ha hecho Pablo López Carballo al entrecruzar enunciados sobre la obra de Vilas. Tiene razón Miguel en que la crítica funciona, parece traía ex profeso y su polifonía no incomoda el trabajo del lector. Pablo ha completado la tríada: «imitatio», «aemulatio» y «superatio», porque con la reordenación de los discursos ha conseguido decir más, cosa que muchas veces el apropiacionismo no logra.
Ahora, me compadezco de todos nosotros porque tendremos que tragarnos nuestras palabras y engullir información desordenada, en esta temporada a la que Ibrahím hace referencia.
Un saludo.
Buena idea, Pablo. El otro día me escribió Bellatin comentándome la que se había liado en un periódico argentino por su copy/past de Kawabata. Y lo peor es que el texto era perfecto, esa suma de textos sobre Bellatin definía perfectamente el estilo del japonés. Gracias por haberme permitido ser copypasteado, me encanta. Como diría aquel personaje de Woody Allen, soy una puta textual, violadme cuando queráis. Abrazos.