«Cíclope, ¿me preguntas mi célebre nombre? Te lo voy a decir, mas dame tú el don de hospitalidad como me has prometido. Nadie es mi nombre, y Nadie me llaman mi madre y mi padre y todos mis compañeros.»
Homero. La Odisea.
Reses. Esther Ramón.
“Soy la mano que sacrifica reses”, así comienza el último libro de Esther Ramón, una poeta que aborda el espacio representativo de Reses con la irracionalidad que todo matadero puede contener. El lenguaje, que transita el espacio entre el ganado, se desboca en este poemario con el fin de desmontar el discurso gregario.
El uso que la poeta hace de los recursos plásticos, no se limita a la utilización de la imagen, sino que indaga en las posibilidades, como en la pintura, que un trazo lingüístico puede aporta a la lectura de los poemas, en tanto que modulador de ritmos y creador de impresiones. El artista/ les pinta/ la huida/ en la boca/ Su riesgo/ en los dedos/ plegados
También el color de estos versos se va transformando según avanza el recorrido del lenguaje. Sin que haya una referencia explícita a la ausencia o presencia de la luz, las palabras consiguen que su entorno se mimetice, como si de un camaleón se tratase, con ellas, desplegando así, una amplia gama de tonalidades que, sin ser el fondo que enmarca a una forma, emanan de la propia colisión entre palabras, conjuntos de palabras e ideas.
Le preguntaba en el año 1993 Miguel Casado a Gamoneda que qué había en su Libro del frío que en lugar venir marcado por la prosa o el sistema versal, remitía directamente al poema (distinguiéndolo aquí del sistema versal). Gamoneda contestaba que “hay unos datos de cantidad, hay otra rítmica que está funcionando ahí” que no se ajustan por completo ni a la prosa, ni al verso y que no acertaría a señalar algo concreto con lo que responder. Es esta misma modulación la que se percibe en Reses, un poemario alojado en un sistema circulatorio sanguíneo, que emula al de los seres vivos.
Los significados del lenguaje son asemejados aquí a un rebaño dirigido, cercado y controlado, que no logran ser nadie a causa de la alienación a la que son sometidos. Discurso igual a reses y carnicería igual a poesía.
Esther Ramón sacrifica a las reses para que lo uno se distinga entre la multitud y la poesía salga del no lugar del lenguaje a un espacio por escrutar, mostrando las huellas dejadas en un nuevo territorio poético.
Hilo de nadie. Lorenzo Oliván.
Al hilo de Lorenzo Olivan… no se le puede pedir más. Éste poeta, que no es nuevo en el paisaje de los aforismos, nos presenta en su último libro, Hilo de nadie, una mirada que se extraña en lo cotidiano y que no da por supuestas las aprehensiones más comunes del ser humano. Su relación con el lenguaje, casi carnal se podría decir, es como la de un químico que va mezclando valencias hasta conseguir un nuevo compuesto, un nuevo verso, en su caso, orgánico y extremadamente vital. No olvidemos que todo esto es posible gracias a que nadie maneja un hilo unidireccional del lenguaje.
Este poemario, dividido en seis partes, se balancea entre los «Vértices» y los «Rompientes» para que los géneros discursivos o poéticos (aforismo, haiku, poema breve, etc.) hagan tiritar a las palabras y que éstas se revistan de múltiples significados: “Me gusta pensar que, más que carácter, tengo inclinaciones. Y qué atrayente vértigo caer por todas ellas.”
La luz, un elemento constante en la poesía de Olivan, permite en este libro, según el punto que ilumine, modular la aparición de distintas voces poéticas que no vienen sino a reafirmar la creencia en el contraste y lo irregular como fuente de conocimiento: “Cunado hablo de contradecirme me gusta pensar que hablo de decirme a la contra, de desmemoriarme en busca de expresar un yo más puro, hecho casi ciego instinto de expresión.” Y está claro que aquí se apuesta por el conocimiento que proporciona la poesía, como forma de impresión sinéstesica, que al contrario de lo que muchos piensan no está reñida con la razón, sino que simplemente ilumina algo de lo que queda fuera de los Puntos de fuga de ésta: “Avanzar como la serpiente: haciendo complementarios los extremos.”
La mirada aparece en estos poemas como compañera de la imagen y de la palabra y sirve a los distintos yoes líricos para apreciar la infinidad de realidades, siguiendo el ejemplo de “la veleta”, que se muestran ante sus ojos: “Escribir como lo haría una mosca. Decir con mi boca, justo encima de mis manos, lo que mis manos refutan.”
Algo de nadie. Luis Darío.
Lo experiencial o perceptivo marca el devenir de este primer libro de Luis Darío, Algo de nadie, en tanto que modo de abordar la escritura a partir de los hechos más insignificantes (vividos o no, eso da igual) de la existencia. Este material, probablemente común a todos, adquiere aquí la importancia del proverbio gracias a la inteligente utilización que el poeta hace del yo, el tú y el nosotros: formas con las que se objetiva y se da mayor amplitud a hechos que en ocasiones han sido considerados como puramente subjetivos. No se trata de hacer trascendente o impersonal “el vaho de lo que somos”, puesto que,“que ya no pueda amar/ un hombre a un dios/ dice mucho/ en contra de asociarnos,”, sino de marcar ciertas inconstancias de ese algo de nadie o de nada. Así la imprecisión adquiere un nombre.
La mutación o los cambios del sujeto poético hace que el ritmo sea sencillo, limpio y ágil, y que además éste se proponga como correlato del orden vital; armoniosa combinación dentro del caos. El poeta ajusta los recursos a lo requerido por la palabra, y no al contrario, provocando un nuevo orden gravitatorio que se crea y se destruye en las páginas del libro.
La realidad más inmediata vuelve, en este poemario, a adquirir la fuerza que poseía en la Antigüedad: “Pero las aguas, como/ las cosas, no envejecen/ y no nos ciegan tanto / como ciertas manías/ de quitarles su brillo” y deja de lado el capricho modernista por escapar.
De este modo, Luis Darío consigue negar las identidades individuales permanentes en poemas como «Ladera arriba», o aquellas que se basan en alguna cultura inmutable (“que no somos /resurrección de nadie”) y reconoce la conveniente invención del lenguaje, como bálsamo de la desgarrada vida.
GÉNESIS
“Y donde la palabra labra
de verdad
estuve solo
remendando esquejes
brotes
otros
árboles torcidos
castos
mitológicos
sin un ruego
sin un uso diferente
de los ojos.
Pero que tú no estés
no lo ha inventado nadie.”
PABLO LÓPEZ CARBALLO & ROSA BENÉITEZ.
Para Esther Ramón> por favor: Haganselo llegar. Una Incondicional.
Te ando buscando
A esther Ramón
Tanto tiempo buscando un ala,
un reflejo, una bala que me atraviese.
Llegas de pronto dejas tu nieve
y me enveneno en el reflejo.
Aurora inalcanzable
¿Como sanar de ruido para llegar a ti?
Lúcida y despierta, así me reclamas.
Ando por tu sombra, de tus migas.
Envidia que corroe y alimenta.
Me estafo a mi misma. ¡Mísera!.
Te veo ahora y no te olvido.
Luz de recuerdos olvidados.
( » Reses» como una revelación anunciada )