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– ¿Cómo está escrito este artículo?
– Anti-fascismo. Simulacro. Violencia. Ur pop
– Comunismo. Turismo. Trash de Luxe
– Veganismo. Ecologismo. Primitivismo. Autenticidad Falaz
– Estética. Primitivismo. Violencia. Ur Pop
¿Mande?
¿Cómo está escrito este artículo?
Este post reúne cuatro textos inspirados en las teorías desarrolladas por Eloy Fernández Porta en Homo Sampler, su último ensayo. Cada post puede leerse de manera independiente, valiéndose de los hipervínculos del texto y el índice que encabeza el artículo.
Cada texto está compuesto a base de fragmentos de diversa procedencia. Por ser una novedad editorial sobre la que queremos llamar la atención, las citas extraídas de Homo Sampler, de Eloy Fernández Porta, están marcados en cursiva. Los demás textos e imágenes son de mi autoría personal o de fuentes de internet, desde El Rincón del Vago hasta artículos de eminentes filósofos. No se reconoce la autoría de ninguno de los textos, igual que no se reconoce la autoría de ninguna de las imágenes, algunas de las cuales han sido distorsionadas y manipuladas sin consentimiento alguno. Las citas se presentan descontexualizadas, apoyando argumentos post hoc, y aceptando el misreading como parte natural del proceso. Igual que la labor del DJ, se trata de compilar elementos de muy diversa procedencia, algunos de los cuales han sido sintetizados y producidos por el propio mezclador y otros copiados de fuentes no identificadas, para ponerlo todo al servicio de unos nuevos intereses creativos, sin guardar respeto o tributo alguno por el cometido original del material utilizado. – Volver arriba
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Anti Simulacro
Anti-fascismo. Simulacro. Violencia. Ur pop
Manifestación anti-fascista, 16 de noviembre de 2008, barrio de Pankow. Berlín. 13.30. Un dispositivo anti-disturbios de la policía alemana nos va pastoreando según salimos por las escaleras del S-Bhan, inspeccionando los bolsos y las mochilas de la gente. En un tenso silencio nos congregamos alrededor de cinco mil personas, acordonadas por furgones verdes y blancos, con rejas en las ventanas. Un helicóptero sobrevuela nuestras cabezas, mientras de unos altavoces instalados en el techo de un coche, sale una voz alemana que nos advierte en inglés de los objetos y las acciones prohibidas durante toda la marcha. Se respira un ambiente cargado, todo el mundo permanece quieto y alerta, la mirada al frente, se ajustan los guantes de cuero, se recolocan las capuchas, las bragas negras en el rostro de algunos. Pocos hablan. Todos esperan. Los policías mantienen su posición. Una chica es detenida no más revisan su mochila a la salida del metro. La introducen en un coche patrulla, que se marcha con la sirena apagada. A pocos metros esperan las brigadas con perros. Más antidisturbios acuartelados en sus furgones. Comienzan a ondear las banderas de la federación internacional anti-fascista, que reúne a grupos anarquistas y comunistas de toda Europa, reunidos este fin de semana en Berlín, en una de las casas okupa emblemáticas de Pankow, donde están celebrando su reunión anual. La manifestación carece de lemas, de pancartas, no hay pasquines. Es una manifestación anti-fascista. Ese es el único mensaje. Lo único que nos une a todos. Comienza la marcha.
En última instancia sólo se puede definir el Estado moderno, sociológicamente, partiendo de su medio específico, propio de él así como de toda federación política: me refiero a la violencia física (…) El Estado es aquella comunidad humana que ejerce (con éxito) el monopolio de la violencia física legítima dentro de un determinado territorio.
La sociedad actual carece de protocolos para canalizar la violencia instintiva que late en el corazón del hombre. Pero los más jóvenes siempre han estado y siempre estarán hambrientos de ultraviolencia.
Cuando en su artículo «La historia: un escenario retro» Baudrillard plantea esta ruptura fundamental entre el pasado y sus imágenes simuladas del ahora, lo hace con el lenguaje de una esperanza desesperada: nos entregamos al retro para resucitar el periodo en el que al menos había historia, en que al menos había violencia.
Los manifestantes de Pankow, todos jóvenes, deben resignarse a vivir el tiempo basura de las viejas ideologías de bloque. Relegadas a mera teoría sin realizaciones, los jóvenes tratan de devolver los metarrelatos a la realidad a través de la violencia. La manifestación anti-fascista no escenifica nada, no quiere ser simulacro, más bien al contrario. La violencia se revela como único canal para dar existencia sensible a una visión ideológica del mundo, basada en el enfrentamiento a muerte de dos afanes totalitaristas.
Un hostiazo en toda la jeta con una pelota de goma, para ser un performance, duele que te jodes.
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Pro Simulacro
En la manifestación todos van vestidos de la misma manera. Pantalones vaqueros azul marino, sudadera de algodón negra, sin estampados, con capucha, botas negras, guantes de cuero negros, y algunos bragas negras y gafas de sol negras. Somos cinco mil. La marcha de Pankow es a la diversidad lo que los desfiles de Carlinhos Brown son al realismo socialista.
Polis cameraman, documentalistas del delito, graban al colectivo. Se ha preparado bien la puesta en escena para el juez. La uniformidad de los manifestantes, sin señas distintivas, dificulta en extremo las acusaciones sobre el video. También elimina cualquier diferencia y contribuye al paisaje bipolar, a la escenificación del enfrentamiento entre dos fuerzas disciplinadas.
El uniforme de la policía carece de ideología: ni siquiera lo adorna la bandera alemana. Son técnicos del orden y la represión. En su mono verde y ancho, que oculta las protecciones que cubren todo su cuerpo, sélo se inscriben cuatro dígitos en tela reflectante. 4223. 4224. 4234, que sirven para identificar la unidad a la que pertenecen.
La ausencia de banderas, estandartes, eslóganes, de estampados en la ropa, de chapas y de customización en los manifestantes, proyecta una imagen de unidad sólida, sin fisuras, compacta ideológicamente. El bloque negro avanza en silencio por las calles de Pankow. Atravesamos áreas residenciales semi-desiertas. Los berlineses nos miran apaciblemente desde sus ventanas, aúpan a sus hijos pequeños, que nos saludan con su pequeña manita. Otros vacían parsimoniosamente sus tazas de té, tomándose su tiempo. Es un sábado como otro cualquiera.
No hay glamour alguno en el pastoreo policial de una parada del S-Bhan hacia otra más periférica, de un anillo a otro (el billete de vuelta nos saldrá más caro). Nos manifestamos por los arrabales mal iluminados, por zonas comerciales, junto a parkings de venta de Mercedes de segunda mano y polígonos de almacenes. Marchamos por una zona sin público: nadie grita proclamas. Nadie nos ve. Somos nuestro propio público. La metáfora perfecta de propaganda para convencidos.
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Score
La marcha ha llegado a su fin. El único incidente reseñable ocurrió casi al final, cuando un hombre de aspecto frágil y derrotado levantó temblorosamente su mano en un ademán de saludo fascista. Antes de que ningún manifestante pudiera reaccionar, una unidad de siete antidisturbios (4332) se dirige contra él, lo esposa y lo conducen a una furgoneta. El hombre no ofrece resistencia. Los manifestantes no reaccionan. Después de más de cuatro horas caminando a paso vivo por zonas residenciales y calles de polígonos desiertos, la actitud predominante de la multitud es el hartazgo y las ganas de beberse una cerveza.
Bajo la ley alemana, es ilegal usar los símbolos nazis excepto para propósitos educacionales, específicos o artísticos.
La manifa antifa buscaba hacer real su interpretación de la realidad a través de la violencia y la identificación estado-fascista. Pero la policía nos ha protegido del nazi, de sí mismos y hasta de nuestros propios errores.
¡El pueblo, unido, jamás será vendido! Pervivencia anti-fashion, ideología demodé. Por las calles de Pankow resuenan un grito de «No pasarán»: solución de futuro para un pasado hoy inexistente. Berlín no es una ciudad sitiada. Y el enemigo era un desempleado de cincuenta y cuatro años, que se han llevado en una lechera. Fracasada nuestra desapasionada lucha por ser reales, la policía nos ha convertido en un grupo de recreación histórica.
Junto con los actos de lo atávico y los espectros de lo primitivo, el estilo de la autenticidad falaz ha reapropiado también otro elemento extraño de la modernidad: los discursos anti-capitalistas underground. Y qué son esos discursos, al fin y al cabo, sino jergas premodernas, jeringoznas con frecuencia incomprensibles, que resuenan desde las catacumbas.– Volver arriba
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Pro Metarrelatos
Comunismo. Turismo. Trash de Luxe
[la autenticidad falaz] se trata de un modo de autenticidad no del todo engañosa, que deja abierta, incluso para el más desprevenido de los clientes, la posibilidad del descubrimiento.
Berlín. Alexanderplatz. A las orillas del Spree han abierto un museo de la RDA (República Democrática Alemana), que evoca nostálgicamente la realidad doméstica del periodo comunista. Justo al otro lado del río, se recortan en el cielo los últimos cimientos del recién derruido Palacio de la República, antigua sede del congreso comunista. En el puente que cruza a Unter den Linden, los turcos venden gorras comunistas en sus tenderetes de rastrillo.
Tras convertirse por unos años en un espacio verde, el lugar donde se levantaba el Palacio de la República verá renacer el Palacio Berlinés, una joya del barroco. Por ahora se trabaja sólo en la planificación, mientras se esperan épocas mejores para invertir 650 millones de euros en la obra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Berlín sucumbió como ninguna ciudad en la historia a la devastación de las bombas. Casi la totalidad de sus edificios históricos quedaron reducidos a cenizas. Todavía en los años setenta, muchos solares de Berlín no albergaban más que gigantescas montañas de escombros, como bien dejó plasmado en sus fotos personales Elsa Thiemman, hoy recogidas en el Archivo Bauhaus. En el presente, imponentes construcciones de la vanguardia arquitectónica han sustituido esas montañas de escombros. Quizás una de las más impresionantes sea la nueva estación de Hauptbahnhof, una colosal estructura de acero y cristal cuya peculiar morfología hace que hasta los niveles más inferiores (del tren al metro) sean iluminados por la luz natural que inunda el interior gracias a paredes totalmente acristaladas. En estos días, un proyecto artístico ha llenado los edificios berlineses con diversas instalaciones de luz. En el caso de Hauptbanhof, la cúpula ha sido modificada con la inclusión de un enorme cartel de blanco luminoso. BOMBARDIER. Willkommen in Berlin. Bombardero, bienvenido a Berlín.
Las gorras, insignias, uniformes, mascarillas de gas y demás material de los uniformes comunistas empezaron a venderse en los emblemáticos mercadillos de segunda mano de Berlín tras la caída del muro, hace ya casi 20 años. Los empobrecidos habitantes de Berlín Oriental descubrieron sorprendidos que los turistas parecían muy interesados en toda aquella quincalla comunista, antiguallas de la mili, de las juventudes socialistas y demás activismos del partido, que muchos guardaban en sus desvanes por puro afán acumulador. Veinte años después, el hambre comprador del turista ha terminado prácticamente con todas las existencias de la época. Sin embargo, avispados empresarios han comenzado a producir idénticas antiguallas comunistas en fábricas del extrarradio, y la distribuyen en estos mercadillos y tenderetes, donde los turistas los adquieren con la vaga esperanza de que sea material de segunda mano.
A pesar de que muchas partes del Muro de Berlín fueron rápidamente destruidas para construir vías de tránsito después de su demolición en 1989, miles de fragmentos fueron recogidos por cazadores de souvenirs y se venden en la ciudad a turistas y berlineses. Los preciados escasos segmentos enteros de 3,5 metros de alto del muro de 155 kilómetros de largo lograron sobrevivir. «Estamos esperando que la subasta alcance los 12.000 euros por los cuatro», dijo Plettner, quien afirmó que habían circulado muchas piezas falsas del muro, pero que éstas eran genuinas.
En el TrashDeLuxe la basura es elevada al rango de verdad absoluta por medio de un envoltorio que recubre la escoria y le confiere una pátina pop.(…) En su vertiente estética este auge de los elementos degradados dio lugar a un culto que tiene sus seguidores, sus especialistas y teóricos, hasta el punto de configurar una exiquisitez de los restos. – Volver arriba
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Primitivismo
Veganismo. Ecologismo. Primitivismo. Autenticidad Falaz
El prefijo alemán «Ur» designa la cualidad muy antigua, arcaica o incluso primordial de un sustantivo. En un sentido más extenso, asumido por el psicoanálisis, se refiere a un «original inaccesible». De un modo u otro a todos nos seduce lo ur- que nos retrotrae, siquiera por un momento, a lo fundamental de las cosas.
Lo primitivo (usado de manera más general que como se entiende en el academicismo): conjunto de manifestaciones que apuntan a «lo anterior a la civilización, lo incivilizable», y que incluyen modalidades tales como lo mítico y lo atávico, pero también lo folk, lo rural y lo urbanizado.
Vegan
What is a VEGAN? A vegan (pronounced VEE-gun) is someone who, for various reasons, chooses to avoid using or consuming animal products. While vegetarians choose not to use flesh foods, vegans also avoid dairy and eggs, as well as fur, leather, wool, down, ands cosmetics or chemical products tested on animals.
Why VEGAN? Veganism, the natural extension of vegetarianism, is an integral component of a cruelty-free lifestyle. Living vegan provides numerous benefits to animals´ lives, to the environment, and to our own health-through a healthy diet and lifestyle.
Uno se transforma en consumidor ecologoide-verdoso no porque le preocupe el deshielo de los glaciares, sino para hacer juego con los productos que adquiere. En el momento en que la revista Hermenaut formula su primera definición del tema, a finales de la pasada década, las líneas mayores de la literatura publicitaria ya estaban empezando a virar desde la retórica hedonista y hortera hasta el anuncio concienciado.
El veganismo es el último giro underground del ecologismo real, la radicalización necesaria para separar la paja del Heno®.
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Anti primitivismo
Todos los huevos destinados al consumo humano directo están marcados con un código impreso en su cáscara con tinta alimentaria. El primer dígito hace referencia a la forma de cría de las gallinas ponedoras («0 sin son de producción ecológica, «1» de gallinas camperas, «2» de gallinas criadas en suelo ó «3» de gallinas criadas en jaula). Al respecto, Fernández informa de que en España existen 1.800 granjas de gallinas ponedoras, de las que el 94 por ciento son criadas en jaulas; el 3 por ciento en el suelo; 2 por ciento son camperas; y un 1 por ciento son de producción ecológica (alimentadas con piensos de agricultura ecológica).
La práctica vegana es la anti-tesis del primitivismo. Supone un paso en la misma dirección que en los últimos años ha hecho asumir los Derechos Humanos como la vara para medir el progreso de la civilización. Hacer extensible estos derechos a los animales, lejos de ser una regresión a un estadio esencialista de la condición humana, supone un nivel de racionalización aún mayor, un mayor alto grado de empatía y de responsabilidad de nuestros actos, y una mayor capacidad para comprender consecuencias remotas y causalidades de tercer y o cuarto grado respecto a acciones que realizamos con inocencia, como, por ejemplo, elegir los huevos en el super.
Los veganos no comen huevos. El veganismo supone una denuncia del primitivismo industrial, y nos convierte a nosotros, comedores de carne, huevos y todo tipo de productos lácteos, en superbestias en el mejor de los casos (huevos 0 y 1)). Y en el peor (2 y 3), en hombres industriales, un paso por detrás del hombre de las cavernas.
El código de información de la cáscara del huevo ha llegado para enfrentar al consumidor ecolojoide-verdoso a sus propias contradicciones. Conocer el sencillo cifrado es comprobar día a día que nuestra superficie comercial favorita no comercializa más que huevos de tipo 3, y que somos incapaces de renunciar a ellos solo para cumplir con la carta de derechos gallináceos. La solución hipertecnológica (impresoras láser de tinta alimentaria, legislación a nivel europeo, desarrollo de códigos alfabéticos y numéricos) puede que no cambie las condiciones de vida de las pobres gallinas, pero sí el concepto que tenemos de nosotros mismos. Pasamos de inocentes consumidores a despiadados fascistas culinarios, capaces de esclavizar a toda una raza animal con tal de no renunciar a la tortilla de patatas.
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Falso primitivismo
– [el primitivismo moderno] se trata de una mentalidad dramática, cuando no trágica, en la que se expresa el dolor por la pérdida de lo esencial junto a cierta voluntad -nostálgica, meditativa o desgarrada – de recuperarlo.
– Autenticidad falaz: se trata de un modo particular de autenticidad no del todo engañosa, que deja abierta, incluso para el más desprevenido de los clientes, la posibilidad del descubrimiento.
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Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña de cultivos transgénicos de Greenpeace, posa para la cámara de Oscar Carriqui, de El País.
¿Cómo se reformula esa búsqueda de lo esencial en la era Afterpop? ¿En qué se diferencia el primitivismo de principios de milenio del primitivismo moderno que recorrió el siglo pasado?
El veganismo y demás procedimientos ecologistas no tienen nada de primitivistas. Los activistas, lejos de ampararse en el retorno a un hipotético pasado donde la vida del hombre transcurría en armonía y equilibrio con la naturaleza, se valen de todo el potencial científico y racional para hacer evolucionar la sociedad hipertecnificada hacia su siguiente etapa, aquella en la que, lejos de devolvernos a una bucólica arcadia, afrontamos los enormes problemas que amenazan la continuidad de la vida en la Tierra. No se pretende revertir la industrialización, sino antes, lanzarnos a una nueva revolución industrial, la revolución limpia, cuyos conocidos objetivos se pueden resumir en la palabra sostenibilidad. La revolución sostenible requiere de la sofisticación de nuestros hábitos más básicos, de la transformación estructural de una industrialización irracional a un modelo aún más racional, fruto de un mayor conocimiento científico de nuestro entorno y de una ingeniería evolucionada no hacia la máxima rentabilidad, sino hacia la funcionalidad, la productividad y el bien presente y futuro del planeta.
En torno a los procedimientos ecologistas pragmáticos han proliferado una serie de filosofías y metafísicas que, lejos de reflejar la hipersofisticación general del movimiento, se postulan desde posiciones primitivistas, de retorno a un pasado intocado, o esencial, donde el hombre y la naturaleza formaban un todo armonioso, en definitiva, una Arcadia o Paraíso Perdido. Se reciclan así trozos escogidos de religiones ancestrales como el budismo o el brahamismo, se mezclan con prácticas New Wave al estilo californiano, se recuperan misticismos de las civilizaciones cuyos metarrelatos se basan en una fuerte conexión entre el hombre y la naturaleza (p.ej. indios norteamericanos), se da crédito a prácticas esotéricas, y se generaliza un rechazo generalizado hacia el positivismo científico y la forma en que este ha moldeado nuestro mundo. La ciencia y sus resultados industriales serían los culpables de haber apartado al hombre de sus esencias y del buen vivir. La desconfianza hacia el progreso propugnada por el pensamiento general ecologista ha generado tendencias antagónicas que con frecuencia tienden a confundirse. Por un lado, el ecologismo lucha contra el progreso actual alentando a un nuevo progreso. Por el otro, aparecen nuevos místicos cuyo Dios ya no es otro sino su propio cuerpo, continente de toda la sabiduría natural, al que hay que escuchar y venerar, preservar y purificar, negándose a lo impuro (lo industrial) con el mismo rigor ortodoxo con que se negaba la entrada al templo a los infieles. Con todo, casi siempre esta mística se lleva a cabo desde una despreocupación pop, sin graves discernimientos sobre la contradicciones flagrantes entre las cosmovisiones y creencias adoptadas. Con el mismo desenfado, un día nos vamos a una casa rural a enterrarnos en maíz con nuestro profesor de yoga, y la noche siguiente nos la pasamos buscando en Internet un billete low cost para comprar un i-Phone en Nueva York. – Volver arriba
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UrPop
Estética. Primitivismo. Violencia. Ur Pop
El UrPop se define como la emergencia inesperada de figuras, valores o emociones primitivos en un espacio ultramoderno.
Las obras UrPop suelen contener, de manera más o menos explícita, su propia teoría de lo primitivo.
La bota skin-head vegana de camuflaje es un elemento UrPop por excelencia. Por un lado, entronca con la ancestral tradición de ostentar atributos que realzan nuestra capacidad depredadora (garras, armas, cananas). Por otro, el camuflaje nos hace partícipes de la estética de «la vida como una jungla», y de la fantasía de estar preparado para ello. Por último, nace de nuestra negación manifiesta a utilizar el material de vestuario más primitivo que se conoce: la piel de los animales.
La bota vegana de camuflaje con puntera de acero existe. Puede adquirirse en http://www.veganline.com/camouflage-boot.htm por 64 libras esterlinas (más 4.5 libras de gasto de envío).
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Ur Violencia
VIDEO: ROMAIN-GAVRAS. JUSTICE-STRESS
Las manifestaciones de violencia, como realidad o como producto cultural, resultan más civilizadas por cuanto más claro sea su significado. La violencia gratuita e injustificable repugna al hombre racional más que cualquier guerra por riqueza, creencias o poder. Si algo teme el hombre moderno, aún más que la propia violencia, es el caprichoso efecto de lo incomprensible.
La violencia de la manifestación anti-fascista de Pankow, y la violencia de todas las manifestaciones anti-fascistas del mismo estilo, pretende hacer efectiva o real una versión discursiva del mundo. Desde su planteamiento, la violencia anti-fascista ha nacido para simbolizar y cooperar en una hermenéutica estable y bien definida, que quiere ser difundida por sus agentes provocadores. La violencia civilizada y comprensible es aquella que se ve plenamente justificada como puesta en acción de una estrategia, un plan, una estratagema. El caos nos resulta éticamente tolerable solo cuando parece la única vía para reorganizar el orden y devolver la justicia a las cosas. Es la violencia del héroe.
El video de Romain-Gavras podría interpretarse como una relectura de La naranja mecánica en el contexto de las revueltas y actos de violencia callejera que se produjeron en París y otras ciudades francesas en 2005. Los sucesos de Francia, emergieron de forma espontánea y, al revés que las manifestaciones anti-fascistas, carecían de discursos legitimadores o fines proclamados, ideología, organización, objetivos criminales, pragmáticos y demás justificaciones que vuelven a la violencia civilizada y comprensible. Sin embargo, no faltaron hermeneutas de todo tipo que en muy poco tiempo lanzaron sus interpretaciones sociales, históricas, antropológicas y hasta genéticas desde sus atalayas, para tranquilidad de los lectores de periódicos.
El logro del video de Romain-Gavras es precisamente devolvernos la impresión inicial de la violencia de París, previa a las interpretaciones, donde queda patente la fuerza de la espontaneidad, el instinto, el arrebato gratuito con que los adolescentes se entregan a la agresión, la destrucción, la vejación, y la dominación fugaz de víctimas escogidas por el puro azar. La violencia de Romain-Gavras se nos revela como la más primitiva de todas las realizaciones de la violencia, la más repugnante y soez, cruel y sádica, sin objeto, ejercida por el puro placer de causar daño. A la vez, Romain-Gavras nos hace advertir algo que Kubrick ya expresó con insuperable talento: la violencia gratuita puede convertirse en una sublime experiencia estética.
Un grupo de adolescentes graba actos violentos y vejaciones con sus teléfonos móviles y luego los cuelga en Internet. Ha nacido un nuevo infra-producto cultural, una espeluznante mezcla entre reality casero y snuff movie para video blogs. Una vez más, el único fin parece ser el espectáculo de la violencia gratuita.
El video de Romain-Gavras termina cuando el observador es fagotizado por la tribu. La cámara subjetiva, sin mano ya que la agarre, recoge sus últimos bites de grabación. Serán para el fuego ritual, el coche turismo prendido con cóctel molotov, el nuevo altar de sacrificio de la jungla suburbana. – Volver arriba
Esta incluido en el Trash Deluxe Meal, la música pop como el pos-punk, las letras bajas de ciencia ficción como de Ballard, o los comerciales digerido por Lynch por un precio barato?
Buena pregunta, lamentablemente ahora estoy viviendo en el extranjero y no tengo el libro conmigo, y temo darte una respuesta incorrecta. Quizás alguien que pase por aquí se anime a contestarte. Un fuerte saludo, y enhorabuena por tu blog.
Miguel Espigado.
vaya tela de blog o post o lo que sea esto. No os perdais el apartado de la increible bota de acero skinhead capaz de humillar a tus predadores con solo ver-las y su exclusivo disenyo jungle que te hacen sentir como el rei de esta. Toda una adquisición para el moderno skinhead. COMO NO TE LAS HAS COMPRADO YA?!!!! A QUE ESPERAS!!!
Uno ke cada dia flipa más (ver cuanto dura este comentario)
Estimado korehard,
tengo la sensación de que no le has dedicado el tiempo que se merece a este artículo. Si lo hubieras leido entero y prestado una mínima dosis de atención, dejarías de ser, como tú dices, «Uno ke cada dia flipa más».
Saludos,
Rosa Benéitez.
Yo creo que a lo que no le ha dedicado el tiempo que se merece es a la educación primaria.
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Es curiosa la corriente que existe en España de muchos intelectuales que tal vez en otro país y época habrían tenido el privilegio de llegar a genios, que de pequeños soñaban con ser Euler o Gauss o por lo menos Cervantes o Paganini, que eran los primeros de su clase de 30 alumnos (elegidos de un muestreo de 5 000 000) y que se sentían los primeros del mundo, la tendencia -digo- de aferrarse con todas sus fuerzas a la posmodernidad más radical, fundamentalista y por lo tanto errónea, generalizante, en una palabra, idiota. Puede que sea porque nuestro país no ofrece los suficientes recursos, es decir, carece de la infraestructura económica para catapultarlos a una suerte de fama internacional. Si por lo menos pudieran ser Warhol, o Lynch, o qué sé yo, Haneke… pero no. España no se lo permite y ellos se aferran a la negación o seudodeconstrucción de cualquier discurso que se les planta delante de las narices. Lo que no sé es si esta generación de intelectuales wannabes -intelectuales que quieren ser «afterpost» pero que a duras penas manejan el HTML necesario para crear un post en condiciones-, si esta generación, digo, me parece un fenómeno positivo o negativo. Pero me gusta leerlos.