espacio de crítica literaria y cultural

«Abril» de Carlos Eugenio López

In Carlos Eugenio López, Uncategorized on febrero 20, 2009 at 11:23 am

Para la mayoría de las personas del planeta la guerra nunca pasará de ser un acontecimiento remoto que solo conocemos a través de los diversos relatos procurados por el cine, los periódicos o la televisión, sin que exista la posibilidad de contrastar esas versiones con una experiencia vital propia o del colectivo humano en que nos integramos. pablo-alonsoLa guerra no puede ser más abstracta para aquellos que nunca la hemos vivido, y por tanto su imagen no puede ser más manipulable. Tan lejos de lo real, la guerra para la mayoría de nosotros es una construcción mental, un concepto que va evolucionando y transformándose a través de la lucha que mantienen diversas facciones (intelectuales, políticas, periodísticas, artísticas, económicas, territoriales, religiosas…) para apoderarse de su sentido. Quizás no falte mucho para que las agencias de viajes comiencen a vender paquetes de vuelo + alojamiento al conflicto bélico de moda, inaugurando así una nueva forma de turismo extremo. Pero hasta entonces, el ciudadano deberá seguir fraguándose una opinión a través de los discursos de los otros; y no es poca su responsabilidad en un país democrático, donde al final es la opinión pública el último poder capaz de evitar una guerra o provocarla.

Abril nos ofrece la experiencia en primera persona de un soldado del ejército español que es destinado a la guerra contra la República Islámica de Kimbambia, declarada por los Hegemónicos. No hará falta pasar muchas páginas para ratificar que el escenario no es sino un trasunto basado en las guerras de Afganistán e Irak emprendidas por Estados Unidos y sus aliados, aun tomándose su autor, Carlos Eugenio López, las licencias literarias pertinentes. Saturados por cientos de horas de exposición a noticias, documentales, artículos y opiniones sobre el conflicto durante los últimos años, Abril nos aporta ahora la versión literaria de los acontecimientos, lo que ya exige cierta retrospectiva y visión de conjunto, en contraste con el discurso parcial y urgente propio de las noticias de actualidad. Condenada ya la guerra, siendo el desastre innegable incluso para sus más encendidos instigadores, Abril parece más orientado al ejercicio de fijar la memoria y participar en la construcción de la Historia reciente. Ha sido ingente la cantidad de versiones enfrentadas que se nos han ofrecido como ciertas en los últimos años, volviendo cada vez más compleja nuestra imagen de la guerra. Contra tan intrincada abstracción, López nos propone el testimonio crudo de un soldado, un trabajador de la violencia, cuya experiencia vital (aquella que nosotros nunca tendremos) hace que se tambalee por la fuerza de los hechos cualquier abstracción especulativa sobre lo ocurrido. pablo-alonso-2002
Los hechos son los hechos, y en Abril, los hechos parecen especialmente diseñados para desmentir el montaje argumental que se utilizó y se utiliza para vender a los ciudadanos europeos, y en concreto a los españoles, las intervenciones de sus Fuerzas Armadas. La experiencia de la novela, lejos de cualquier grandeza, revela la guerra como un asunto sucio, lleno de oportunidades para el beneficio personal de fanáticos de ultraderecha, de asesinos con ínfulas de salvapatrias o de simples pragmáticos desalmados. El libro de López quiere enfatizar una vez más que la guerra no es ese mecanismo preciso e hipertecnificado que se escenificaba en los telediarios de los noventa a través de visiones verdosas de los bombardeos americanos durante la guerra del Golfo; más bien es la cosa chusca y bruta de Irak, donde la estupidez y el egoísmo despiadado han llevado al ejercito americano a una masacre ininterrumpida de civiles y soldados. El soldado español de Abril, lejos de mantenerse en un segundo plano de la acción, participa de la barbarie y desmiente así el tópico de «la misión de paz» con que los políticos suelen maquillar la presencia de nuestros ejércitos en zonas de conflicto, garantizándonos la máxima seguridad de las tropas, no solo física sino también moral, aparentemente a salvo de tener que cometer atrocidades, y por ende, de que los votantes nos sintamos directamente responsables de ellas.

De «la guerra contra el terror» la literatura apenas ha empezado a hablar, siendo algo muy reciente. Pero Abril además aborda otro asunto de no menos interés, que ha sido escasamente tratado por la ficción (literaria o de cualquier otro tipo): el nuevo ejército de la España democrática. Debido a la historia de España, prácticamente regida por un orden estamental hasta los años setenta, el ejército poseía una personalidad propia que influía enormemente en el carácter del país y sus ciudadanos. pablo-alonso-helicopterosLa profunda transformación de las Fuerzas Armadas con la llegada de la democracia ha querido desarmar esa personalidad y reformar ideológica y estructuralmente el ejército hasta limitarlo a un mero cuerpo funcionarial al servicio de los intereses del Estado. A través del discurso político, de la propaganda estatal en forma de noticias y documentales de la televisión pública y de la publicidad directa para el reclutamiento de soldados profesionales, se ha ido configurando una imagen, hasta ahora escasamente cuestionada o debatida, donde se mezcla desde el exhibicionismo tecnológico hasta el ardor… humanitario. «Señor Zapatero, el ejército no es una ONG», le espetó un día Mariano Rajoy al Presidente del Gobierno en una sesión parlamentaria. Abril, de Carlos Eugenio López, puede verse como una contrapublicidad necesaria para mostrar las mentiras y contradicciones implícitas en la construcción ideológica y material del nuevo ejército. Entre otras cosas, el autor se interesa especialmente en desenmascarar la grave paradoja existente en vender las fuerzas armadas como un ámbito profesional más (ya ni siquiera importa ser español para alistarse), para luego exigir un compromiso que va más allá de cualquier exigencia laboral, pues implica el sacrificio de la propia vida por una abstracción tan cuestionable como es el servicio a la patria. El recorrido vital del protagonista del libro, que se enrola en el ejército como simple solución a su desempleo y acaba pagando las peores consecuencias imaginables, caracteriza a toda una generación de soldados de la era democrática que, por dificultades económicas, aceptaron el puesto en un ejército que les obligó a incumplir sistemáticamente los propios fundamentos democráticos que hasta entonces el mismo estado contratador les había inculcado.

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Pese al destino trágico de los personajes del libro, López imprime al relato un tono humorístico, si bien acaba deviniendo en lo grotesco y finalmente dramático, según los acontecimientos se van precipitando al desastre. A través de un estilo obvio y una voz narradora dispuesta a llamar a cada cosa por su nombre, se nos cuenta una historia llana, sin rodeos y con moraleja, que yo recomendaría fervientemente como lectura en los centros de enseñanza media de nuestro país. Hay un importante resbalón en la segunda parte, cuando López elabora un fallido telón de fondo que evitaremos describir para no estropear el final. Pero al margen de eso último, Abril constituye una lectura plenamente justificada.

MIGUEL ESPIGADO

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