espacio de crítica literaria y cultural

«El contrario», Francisco Alba

In Francisco Alba, Uncategorized on febrero 28, 2009 at 11:44 pm

Picotea Francisco Alba entre nuestro pasado y acaba por darse cuenta de que nada ha cambiado. El contrario es el libro que explora lo que está detrás de los muros sociales, la vuelta de cara de los conceptos y preceptos que sustentan nuestras vidas como ciudadanos. cellini-perseoEl contrario es el extremo opuesto a toda idea, la idea contraria, lo que subyace y se acaba oponiendo a aquello que perdura: una necesaria mirada hacia el pasado con los ojos puestos en nuestro presente.

Da muestra este libro de cómo la filosofía, la política, la vida y el arte acaban por ser inseparables en muchas ocasiones y en el resto se cruzan irremediablemente.
Tras la apariencia de un tono destructivo se esconde un desasosiego ante las manifestaciones humanas que se evocan en todos los poemas, «la creación es un golpe terrorista». Éste es un libro que habla de nosotros mismos como especie, como hombres individuales que se amparan en lo colectivo, se aglutinan y tienden a perderse. Lejos de situarse en una órbita antropológica, los poemas de El contrario giran en torno al motor humano que ha estado presente en todos nuestros grandes cambios, la destrucción, abordada desde planteamientos filosóficos cercanos al desmontaje. Detrás de conceptos generados y modificados a lo largo del tiempo, como «cultura», se esconde la más infame barbarie que en ese transcurso temporal, tiende a verse como lógica y necesaria para salvaguardar algo que se ofrece como propio o ajeno y que ha hecho de la destrucción nuestro regidor, el ordenador del devenir humano.
Precisamente este término «Cultura» es el primero en ser mentado e increpado en el primer poema, que lleva por título APOSTROPHES y que trae a primer plano y como anécdota sobre la que plantear la cuestión, un programa de la Televisión Francesa de título homónimo, donde se hablaba (entrevistaba, reseñaba, etc.) de cuestiones literarias. Durante 25 años se convirtió en el punto de referencia tanto para escritores que quisieran tender un puente con una cantidad bastante elevada de público (Programa líder en la franja de máxima audiencia), como para aquellos lectores, o simplemente interesados, que quisieran ser partícipes de ese canon cultural que marcaba el extravagante presentador. De esta manera se producen paradojas hacia varios puntos contrapuestos (contrarios) que con ironía aparecen expuestas en el poema que comienza así:

«Leo a André Gide en vez de estornudar. Interior holandés. Fumo una pipa. Entiéndame, señora: leer es sano, nos civiliza, mire a Baudelaire. Tengo mi opinión sobre el cultivo del opio. Me limpio abajo con Chahiers du cinema.
La Cultura, señora. La Cultura.
Una diosa se cierra tras la puerta. ¿Será Jeanne Moreau o será Catherine Deneuve? Embriagador efluvio. ¡Por Dios, cierra esa puerta! Necesito tomar otra pastilla. Nuevamente borracho (como es lógico) conduzco bajo el hierro de la luna. Arriba y abajo por los Campos Elíseos, venga a subir y bajar por los Campos Elíseos, (estoy desvariando) como la moza americana del imbécil Godard».

Sobra hablar sobre el resto de relaciones y disparos del poema, no podría ser dicho mejor que en el propio texto, así que mejor callar y remitir a su continuación.
La tarea planteada por el autor no es sencilla, ni tampoco y ni mucho menos reductora, los hilos que tiende, las relaciones que ve y provoca hacen de su lectura un juego inteligente en forma de pacto, que se asemeja al acordado con el observador y propuesto en «ARTE Y REALIDAD».

santiago-sierra

Podemos ir del De Senectude a Benidorm sin muchos cambios, de batallas medievales a masacres o genocidios producidos hace apenas unos años. Detrás de todo siempre se esconde el otro extremo; el ejemplo se nos brinda al pasear por los Uffizi, obviándolo todo, en un poema que permite llegar, desde el recurso a la ironía, a un estremecedor contrapunto que siempre tendemos a eludir, puesto que siempre es más saludable eludir, ¿cómo vamos a preguntarnos por algo del pasado si no somos capaces de preguntarnos por nuestro presente? Compramos un mp3 y damos apacibles paseos musicados como laxante:

«Tierno turista:
piensas que vivimos
en un hermoso edén sin accidentes.
La belleza que irradian estos cuadros
no es más que un espejismo.»

Vivimos en un mundo estúpido, en el que nos movemos por inercia y convenciones y donde a menudo no nos paramos a ver lo que hay delante de nosotros y mucho menos detrás de las situaciones u objetos. En cierto modo, Francisco Alba le levanta la falda a nuestro mundo, después se la da la vuelta y al final vuelve a colocarlo como estaba, dejando que se vaya, tras haberle sacado los colores. El sujeto poemático es capaz de dar una vuelta de tuerca a todo y salir indemne y descreído, sin caer en las trampas que tiende la historia.
El contrario que daña, que hiere y desestabiliza y que sería mejor no mentar es el que Francisco Alba recupera con maestría, de todas las tradiciones de las que somos deudores (que sepamos por nuestros límites) y trata desde diversos tonos derivados de lo dramático. Precisamente, derivado de este drama encontramos el nacimiento y crecimiento del río Aqueronte, aunque no en términos espaciales, sino temporales. Así, en el poema AQUERONTE ABAJO, donde se recorren determinados elementos de nuestra «cultura» (perdón por el término), mezclando la tragedia y la comedia, lo elevado y lo vulgar confluyen y fluyen arrastrando cuerpos hasta el salón de nuestras casas.
A medida que avanza el libro el tono elocuente cede terreno a lo cotidiano y comienzan a entrar en acción poética metáforas más cercanas y directas. Éstas que ofrecen al lector nuevos matices y diversas confrontaciones lingüísticas, muestran una frescura latente en otras partes del libro y hecha visible al final del texto.
En El contrario, la ironía y la vehemencia se dan cita en una ineludible conjura contra todo y al mismo tiempo a favor de todo, de un discurrir incesantemente humano. Errar una y otra vez y aun así seguir, «En el hombre, está claro, existe la grandeza: / cruzar el siglo XX no fue ninguna tontería.»

 

PABLO LÓPEZ CARBALLO

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