espacio de crítica literaria y cultural

OÍDOS EN VARIAS LENGUAS. «Escondido y visible», Ildefonso Rodríguez

In Idelfonso Rodríguez, Uncategorized on febrero 20, 2010 at 12:19 am

escucha: es un fraseo de impulsos

electricidad viva en la yema de los dedos

hacia algún sentido.

Dice Omar Calabrese que la Anunciación es la representación religiosa más atractiva porque es capaz de captar “lo invisible divino que se convierte en visible, lo irrepresentable que toma forma, lo inconmensurable que asume una dimensión”. En este sentido, la obra de Ildefonso Rodríguez puede leerse como el resultado de esta acción: representar lo invisible, lo que está sin estar. Así, las palabras prosperidad invisible, que encontramos en el primer poema, bien pueden adelantar una poética que cuenta ya con más de tres décadas de dedicación.

Desde la invisibilidad surgen, como aliento vital y viral, los impulsos que mueven la obra hacia un ámbito singular y particular, que hoy podemos leer en conjunto bajo una nueva ordenación, una música se revela / en la completa oscuridad. De este modo, se nos propone un nuevo itinerario de lectura que invita a repensar su escritura desde otros puntos de vista, intuyendo el rastro de lo que se revela:

Se durmió con el ramo

de perejil entre los dedos

más verdes que el verano;

era bajo el tímpano de los girasoles

donde la culebra anuda su reflejo

en el estanque de su fresca sombra


que duerma, pues flojos están los relojes

y el redondo rumor de mis abrazos.


En este juego de apariciones se producen algunos trasvases que provocan la inestabilidad de unos límites ampliamente aceptados, como por ejemplo la introducción de un fauno en tanto que (animal real), que hacen tambalear la línea con la que normalmente se excluye a la imaginación. Estas rupturas terminan por ser determinantes, de tal modo que  el sujeto poético se ve obligado a buscar formas que, en cierto modo, den un apoyo a los textos. Es por ello que con Lezama todo hecho es un nido en lo temporal surge necesariamente como ancla de peso sobre la que ejecutar movimientos.

El proceso de formación del sujeto ofrece algunas peculiaridades destacables. El poeta rechaza la categoría unitaria de sujeto, esa que habitualmente se utiliza –en contraposición- para hablar del yo fragmentario. De esta manera, el resultado podría parecer similar al de la perspectiva de la fragmentariedad, la que en muchas ocasiones no pasa de ahí y vuelve a remitir a la figura del sujeto. Pero aquí, la creación poética genera un nuevo camino donde la finalidad última no es el propio sujeto, sino qué hacer con ese nuevo sujeto, contraponiéndolo ahora al afuera. En definitiva, un sujeto decidido a avanzar y a sobreponerse a su propia condición, obligado a crear un nuevo “habla”, a través del sometimiento de las palabras y la confrontación de poesía y mundo.

Hilando la idea de temporalidad, a la que antes hacíamos alusión como anclaje sobre el que ejecutar los textos, con la de invisibilidad, podríamos ahora enfocar la creación de los movimientos discursivos hacia ese juego barthesiano del mostrar y ocultar. Éste no se ofrece tan revelador como el anterior pero sí que tiene peso en la obra del poeta leonés, como contrapunto a la acción que se desarrolla más allá del ojo. En este punto habría que destacar la labor de aprendizaje de la espera. Así, podemos recorrer su obra asistiendo al curso de estar ante el mundo, saber esperar, observar. Se proyecta un elogio de la espera, un oficio de paciencia que no da frutos inmediatos ni de fácil reconocimiento, mira aunque parezca ya haber sucedido todo. Las diferentes formas que encontramos en Ildefonso Rodríguez pasan por la reescritura o el corte de lo accesorio, hasta llegar al fraseo predominante en su última producción. La centralidad de este recurso tiene un camino paralelo al que han seguido otros elementos, como el terreno e importancia que ha ido ganando la imaginación, o la progresiva apertura a “voces” que van entrando en el texto, ya sean referenciales o dobles del propio sujeto que amplían las posibilidades semánticas de los textos. Pensar este fraseo alejado de tales características constitutivas es un error o un empobrecimiento de un recurso convertido en personal y central (atrás se quedan las deudas y los caminos emprendidos) en toda su producción. Desde el fraseo se llega al ritmo (y no a la inversa), sin posibilidad de separar al uno del otro. Ambos marcan la superficie del poema, del objeto observado, la palabra visible la tocada por tus dedos funcionan como elementos visibles, itinerarios seleccionados para lograr alcanzar lo invisible: el placer de lo sublime. En definitiva son la parte visible de lo invisible, ¿Anunciaciones? Sabe la lengua que hay una miel en el sonido.

Ildefonso Rodríguez es un creador con doble voto de pobreza, como músico y como poeta, además de mostrar un gran respeto hacia la memoria, tanto particular como colectiva. La memoria a su vez que invade la vida y el poema, traza los bordes de los objetos:

Hay momentos en los que siente la rotunda obligación de recuperar todo lo visto y lo sabido, todo lo que articula su memoria y propiciaría manantiales fluidos en el habla; también, lo que alguna vez intuyó en un más allá, el gran cuerpo desfondado por las apariencias. Al primer descuido, se enreda en una maraña de imágenes, un lugar hueco donde sólo resuena su propio afán inútil. Con todo, debe mantenerse alerta, que no derive su atención, que sigan firmes algunas palabras con las que nombrar esos desórdenes.

PABLO LÓPEZ CARBALLO

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  1. Qué acertado término «fraseo» para hablar de Ildefonso Rodríguez, acabo de releer «Son del sueño» (ya han pasado más de 10 años de su publicación !!) y qué luminosidad la de esa música, qué amenazadora luz de tormenta en esos extrarrradios de provincias, …ráfagas de texto arrastrando remolinos imágenes. En fin, un verdadero placer para la inteligencia y los sentidos. Gracias.

  2. Añado agradecimientos y los vuelco hacia Ildefonso. Estoy de acuerdo contigo, es un placer leerlo. También lo es tener buenos lectores por aquí, muchas gracias Ángel, pásate cuando quieras.

    Un abrazo,
    Pablo

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