[La poética]
Vuelve Poética para cosmonautas y yo diría que estamos de enhorabuena. Esta vez además con dos textos incorporados, un prólogo-satélite escrito por Alberto Olmos y una zona de contacto firmada por Agustín Fernández Mallo. Mientras la Poética, por su parte, sigue estando intacta. Tal y como puede observarse, esta obra, que es minimalista en todos los sentidos del término, condensa en sus páginas buena parte de la herencia estética de la solarística. Esa ciencia[ficción] que tiene como objetivo no ya la propia idea de Solaris, sino la complejidad de los contextos emocionales que se retrataron en la novela de Stanislav Lem, y que más tarde fueron llevados al cine por Tarkovski en su obra homónima; quizá la referencia primera de Henry Pierrot (de los Pierrot de toda la vida, de León) a la hora de afrontar el desarrollo inicial de la obra.
Tanto es así, que además de incorporar al proyecto las divisiones en dos fases que aparecen en el texto de referencia (el film de Tarkovski), en Poética para cosmonautas se da un paso más allá en la asimilación estética de esta obra, con el fin de reproducir en sus páginas el mismo efecto estelar o cósmico que se desprendía de aquella. Cuidando al máximo, de este modo, el diálogo intertextual que se establece de manera constante con su genealogía, con Stanislav Lem siempre de fondo. Pero esto, ¿cómo? Basta una simple mirada para entender que uno de sus rasgos más llamativos es la curiosa y sofisticada puesta en escena a la que su autor ha llegado a través de la inversión cualitativa del espacio en blanco de la página (en la edición digital, no en la impresa). Aportando un fondo negro a una tipografía en blanco en una operación que permite recrear o simular un cúmulo de galaxias (que son los propios textos), todas ellas irregulares y en tensión continua dados los distintos intervalos en verso y prosa, sin que con ello se perjudique el carácter poético de la obra. Antes todo lo contrario.
De hecho, esta hibridación es la que nos mueve a plantear un nuevo diálogo, aunque ahora de manera más transversal, entre esta obra y uno de los poemas épicos más hermosos de la historia literaria; eso sí, desde una mirada de presente, actualizada, que opera bajo una perspectiva renovada del viaje y la experiencia íntima que éste mismo propicia finalmente. Quiero decir, el propio cambio como mutación irreversible y su proyección sobre lo ya conocido, que nunca vuelve a ser igual. Por supuesto, el texto del que hablamos es La Odisea, aquella aventura que acoge en su proceso dos formas de viaje: la deriva geográfica por un lado, pero también la expedición íntima y privada, que será por defecto definitiva. Por eso Poética para cosmonautas puede leerse como la expresión de una experiencia (y con “experiencia” habría que entender aquí una relación particular con el tiempo, la soledad, el miedo, el amor, el desamor, la pérdida, las emociones, el espacio o la nostalgia) reducida a un espacio vacío en el que se han dislocado las coordenadas temporales; una forma de extravío personal (pero sobre todo sentimental) que acaba por definirse como un asfixiante aislamiento interior.
“Te recibiré como a un héroe,
en mis ojos recordarás este magnético momento
volverás, no me queda la menor duda”
Así, en Poética para cosmonautas asistimos al desarrollo de una “actividad” cíclica (desde el momento de ignición de la cápsula al regreso) donde todo estará referido por una primera persona cuyo punto de vista estará muy marcado. El del cosmonauta YO, frente a la presencia de la cosmonauta y el otro cosmonauta (el pájaro muerto), para llevar a cabo una descripción subjetivada de algunos momentos muy concretos en los que YO se encuentra frente a frente con su nostalgia, que es la cosmonauta, de la que ni siquiera sabe si es real. Como en el film de Tarkovski, hay una lucha constante entre átomos (YO y El cosmonauta) y neutrinos (Ella), lo que da lugar a todo un debate sobre la imposibilidad de comunicación, implicación, y de verdadero contacto con una “realidad” hecha de materia diferente a la nuestra.
Una historia de [des]amor, en definitiva, lanzada a un estadio de suspensión emocional en el que se confronta la intensidad de la experiencia amorosa y su pérdida con el entorno coloide, flexible, de la atmósfera. Hay una misma deriva emocional, similar a la de los personajes Kris Kelvin y Harey, que pasa por un dejarse llevar por la “mentira cotidiana” (el reconocimiento, el sexo en el tiempo libre…) hasta encontrarse frente a frente con el engaño, y aún así apostar por el espejismo.
“Llegaron las primeras lágrimas,
surcaban gotas libres por la atmósfera
como en una macabra orgía.
Llegó su verdadero nombre
y luego el mío,
llegó su verdadero cuerpo
y luego el mío.
Al comienzo era infinitamente sencillo,
como conducir de noche o completar un crucigrama”.
[La misión]
“Quizá estemos aquí sólo para sentir por primera vez al ser humano como motivo de amor”. Kris Kelvin en Solaris (Tarkovski)
«Hubo un viaje de indómito origen
alrededor de los márgenes de la propia existencia.
Un viaje, trata de imaginar…»
[El cosmos: copy + remix + share]
Si ya de por sí este proyecto resulta singular, más aún lo es su circulación a través de la red bajo una licencia de Creative Commons que permite la propia disposición y descarga del texto de forma gratuita (aunque también pueda adquirirse en librerías), su libre distribución e incluso la generación de obra derivada, siempre y cuando se cite la fuente, y estas apropiaciones sigan la lógica de marketing que establece su licencia de origen. Según lo veo, algo tiene que significar que, a pesar de haber tenido diferentes ofertas editoriales (digamos tradicionales), Henry Pierrot haya vuelto a optar por este otro modelo de libre disposición y distribución para su obra. Si recordamos, esta Poética apareció en la red en 2005, en clubleteo.com, si bien ahora reaparece bajo el sello Riot Cinema Collective, cuya filosofía de trabajo se basa en un principio fundamental que asume la creatividad bajo el ejercicio de estrategias copy, remix & share. Un colectivo que aplica a sus proyectos la filosofía 2.0, moviéndolos por lo mismo en redes sociales tipo Facebook, Tuenti o Vimeo. Y lo que es quizá más curioso, permitiendo al mismo tiempo la intervención del público, los usuarios de la red, en la producción de los trabajos, ya sea como inversores (menores) o productores (con beneficios). Porque no lo he dicho aún, pero Riot Cinema Collective desarrolla en estos momentos El cosmonauta. La película, un proyecto cinematográfico basado en este texto, Poética para cosmonautas, que ya desde su inicio no ha dejado de cosechar éxitos y críticas favorables en todos los medios, tanto nacionales como internacionales, dadas las características innovadoras de la iniciativa. Bajo mi punto de vista, habrá que estar atentos a su desarrollo, porque a lo mejor con esto se solucionan o comienzan a vislumbrarse claves que resuelvan el debate actual sobre los derechos de autor y la propiedad intelectual, imponiendo el crowdfunding como base de operación. Veremos. Aunque por ahora esto resulta de lo más fascinante.