Habitualmente podemos advertir en los humanos una necesidad de signar el mundo; búsqueda de una comprensión que se nos antoja necesaria. El inconveniente es que la realidad va más allá de su supuesta capacidad sígnica, y la tarea de catalogarla se torna innecesaria e imposible. Los textos que componen Darwin en las Galápagos no pretenden abarcar el mundo, sino por el contrario ofrecer una mirada múltiple, a través del tiempo y el espacio de cada poema, lugar en el que el sujeto poemático se sitúa y va descubriendo un territorio interior y exterior. Así, con armonía, despliega su mirada dejando constancia del universo natural.
La elección de Carlos Jiménez Arribas por el poema en prosa responde a su necesidad indagatoria, depurando cada palabra, para hacer de cada poema un nuevo territorio donde se perciben los pasos de su búsqueda. Pero si algo hay que destacar además del hecho de que haya elegido la forma poética en prosa, es que haya realizado otra selección mucho más honda y de mayor repercusión: la utilización de técnicas pictóricas que hacen de sus poemas, paleta en mano, territorios de luz y sombra. Todo ello al margen de que en una de las partes del libro, “Encantamiento del marinero”, los poemas estén presentados en espacios de artistas plásticos, pues su influencia y aplicación se extienden por todo el libro. Lee el resto de esta entrada »