La pornografía quizás fuera el último escalafón de la cultura de masas que le quedaba por conquistar a la literatura, el arte y el pensamiento. Hoy a nadie le sorprende encontrarse el making off de un rodaje porno en una sala de arte contemporáneo, ni dar con un festival de cine erótico bendecido con las subvenciones de su ayuntamiento. En el panorama literario español, es fácil encontrar ejemplos de obras relacionadas que han gozado de un reconocimiento significativo; el premio Herralde de Ensayo de 2007 fue para Andrés Barba y Javier Montes, por La ceremonia del Porno y este mismo año, quedó finalista del mismo galardón Pornotopia, de Isabel Preciado, una autora que ya había abordado el porno en su anterior ensayo Testo yonqui, donde también nos trasladaba experiencias propias; algo parecido hizo Gabriela Wiener en 2008 en Sexografías, con reportajes sexuales en los que, a menudo, su autora era la propia protagonista. Con Sonría a cámara (Lengua de Trapo), Roberto Valencia ha sabido extender esta temática al género del cuento, dentro de este clima actual caracterizado por la normalización y el interés. Lee el resto de esta entrada »