En la década de los 70, un profesor de la universidad de Tel-Aviv llamado Itamar Even Zohar dijo cosas como que la literatura conforma un sistema de elementos relacionados, donde hay un estrato central (centro) y otro periférico (la periferia), y que los elementos de la periferia pueden desplazarse hacia el centro o viceversa. Fue la suya una formulación afortunada para explicar un fenómeno que ha ocupado a sesudos filósofos de la literatura durante la última mitad del siglo XX, casi todos ellos gente de clima frío, tipos con serios bigotes. Más de uno hubiera cambiado una botella de buen vodka por echarle el guante a un caso tan paradigmático como el resultante del proyecto Nocilla.
Sería largo explicar como Nocilla Dream, una novela varias veces rechazada antes de llegar a la editorial Candaya, fue abriéndose camino hasta convencer por sí misma a sectores conservadores de la crítica y el público. Por primera vez en mucho tiempo, una novela desafiaba con éxito el canon del panorama editorial, desencadenando un efecto mediático que ha servido para arrojar luz sobre una escena habitada por numerosos escritores periféricos. Otro hito ha tenido lugar el pasado 5 de marzo, cuando Nocilla Experience, segundo volumen del Proyecto Nocilla, salió a la venta propulsado por una intensa campaña de Marketing apoyada desde medios asociados a Alfaguara, a la que se han sumado numerosos artículos, noticias y entrevistas que otros medios están publicando en estos días. Culmina así un fascinante viaje de la periferia al centro, desde los discretos foros de la cultura independiente a las grandes marquesinas de los mass media. A sus primeros defensores les resultará difícil reprimir una dulce sensación de revancha. Lee el resto de esta entrada »