Carne enamorada. Materia convertible
Como una fina y quebradiza
cáscara
José Watanabe
Mientras hablamos, cae el crepúsculo sobre el río
Y desciendo solo, en la nieve helada
Li Bai
Si El vino de los amantes (Hiperión, 2001) era un libro consagrado al amor carnal, al sexo y su belleza, Nos han dejado solos (Pre-Textos, 2009) es un libro de los tiempos muertos (para el amor): ya no hay delirios paralelos (Baudelaire), ni amour fou en estas páginas. Releyendo ambas obras se confirma la sospecha: “algo ha cambiado/ irremediablemente” en la labor poética de Rafael Espejo. Al menos así lo sugirere este otro paisaje poético, que es también de amor, pero de otra forma, donde el deseo ya no es impulso que corre, sino impulso retenido, aplazado.
Porque no urge la posesión (“No vengas esta noche./ Voy a pensar en ti”) es éste un amor que se vive sin prisas, despreocupadamente.
“Saciados el estómago y el sexo,
¿qué queda?”
Lee el resto de esta entrada »