espacio de crítica literaria y cultural

La vida: Refutación y elogio. “Autoría” de Julieta Valero.

In Julieta Valero, Uncategorized on May 30, 2010 at 8:12 pm

Autoría es el título del último libro de Julieta Valero. Al margen de la ironía que pudiera encerrar este vocablo, su significado se erige como una de las vías por las que transitar el texto. Y esto, no solo desde un aspecto exterior y obvio, sino como hilo que, hilvanando, desaparece y vuelve a retomase. Así, esta reflexión, extendida más allá del yo, se mantiene firme, constante, y, en otro orden, variable. Los poemas que componen el libro parten de la realidad más inmediata para imprimirle una coherencia estructural, brillantez y profundidad que constatan, en el trabajo poético de su autora, un tono tremendamente original y sorprendente.

La forma, la expresión, en definitiva, la palabra es otra de las vías que impulsa Autoría. Enmarcada bajo cierto concepto de lo sublime, en el que un sentimiento de superación inunda al sujeto, no encontramos aquí esa tradicional confrontación entre la limitación del hombre y la inmensidad de la naturaleza, en su estado más salvaje. Por el contrario, Julieta Valero explora ese mismo desequilibrio y exceso dentro de la propia realidad construida por el hombre, es decir, en el universo de signos que media entre las cosas y la mente humana. Es en su poema «Ashberiana», donde más claramente se entiende la constatación de esta ruptura: “Se me ha informado de que mi identidad de poeta ya no se juega en los Alpes sino entre la naturaleza violenta esparcida de las cosas”. La cordillera alpina, lugar por excelencia de lo sublime moderno, así como origen y continuación de la ascensión petrarquista en busca de una sensación hasta entonces no experimentada en el mundo del arte, se subvierte aquí en función de un nueva prioridad sobre la percepción poética. Esta postura, centrada en la relación hombre-naturaleza y que ha sido reformulada en innumerables ocasiones, oscilando entre lo científico y lo metafísico, habla de impresiones instantáneas que nos dan la contrapartida a la observación abarcadora, prolongada y atenta presente en Autoria. Julieta Valero focaliza lo cotidiano como terreno a explorar, que se revela igualmente excelso y complejo, y en el que además se puede encontrar una extraña belleza. De tal modo que no solo se trata de un cambio de escenario, sino de una concepción más compleja de lo «infraordinario». Si anteriormente se trataba de mostrar lo indeterminado, la inmensidad y nuestra incapacidad para darle imagen, Valero aumenta el tiempo de exposición y atención, trayendo a primer plano un juego entre luces y sombras —no contemplado en otras formulaciones— que modula nuestra visión del mundo. A este concepto se yuxtaponen otros, como los relacionados con la identidad, que centran la perspectiva de algunos poemas en las relaciones personales, o sociales, y los vinculan con cierta maduración propia y ajena.

Esta amplitud de horizontes está atravesada por la visión —en su sentido más amplio, el de acto de observación— que es aquí el cruce establecido con el resto de caminos abiertos por la autora.  Hablar de la visión es hablar nuevamente de la luz, en tanto que conformadora y modo de activación de todas las cosas que entran en conflicto con el hombre: “y tú no mides más que ese suceso que fija tu pupila”. La observación como ejercicio que desequilibra continuamente la estructura y desarrollo de los poemas y encargada de otorgarle la importancia requerida a una acción que a menudo pasa inadvertida y automatizada entre nuestros quehaceres. De la vastedad de acontecimientos se rescatan únicamente algunos gestos que constituyan los núcleos de acción y funcionen, además, como senderos a explorar: “una caricia detrás de otra para que el círculo me extrajera esta imbecilidad lineal, la muela de la ingratitud sonando en la bandeja de lo inapelable”.

Es aquí, en la toma de conciencia de la mirada, donde el sujeto poemático de Autoría sufre una transformación con relación a Los heridos graves y Altar de los días parados, ya que se no muestra persiguiendo un “yo”, sino asumiendo un comprehensivo y reflexivo “nosotros”. De esta manera, se advierten nuevos peligros, comunes a todos, que requieren de la desautomatización de un campo convencionalmente considerado como cotidiano. La repetición rutinaria bloquea la percepción: “perdida la costumbre de la detención qué lejos todo”; “la ceguera degenerativa ante lo obvio es el cuerno de nuestros conflictos” y reflexionar sobre ello es parte de razón de esta poesía.

Las decisiones estilísticas tomadas por Valero están en consonancia con sus plantemientos generales, ya que un lenguaje sin escisiones, logra alcanzar un tono característico y personal, alejado del expresionismo. Los versos generan un espacio indeterminado entre el versículo, la narrativa y la musicalidad, sin caer en los convencionalismos de la prosa poética, la poesía en prosa o la grandilocuencia iluminadora y rimbombante, que desembocan en una coherencia formal: otro de los grandes aciertos de Autoría. Tampoco el lenguaje utilizado escapa al conflicto y enfrenta directamente habla —cargada de lugares comunes, que tratados, mediante reformulación y cuestionamiento, ofrecen un terreno habitable y nuevo a través de la forma— y sistema: “todo cuanto duele llega para crecer” o “si se ama bien, nunca es demasiado”. Reactivación necesaria y no impostada.

LA CARENCIA VISTA DESDE EUROPA

Más que al crecimiento aspira a variar las formas de tu cordura.

Agárrate a ese cuerpo que mirando hacia su trópico te mantiene bien caliente.

Para todos los que trabajan la función del cielo es de viernes a domingo.

Detenerse, contemplar el paso de las nubes aún es punto de partida.

Madre naturaleza pero padre mercado.

Hemos trocada el deseo por las ganas.

Estamos listos, mediáticos, estamos muertos de escaparate y caballo sin llanura.

Al final lo aberrante no es la obviedad de la belleza sino la crónica de  nuestra ceguera,

todos tan capaces de procrear, por otra parte

hay que mantener la conciencia de la cruceta y una botella en cada mano

ama cuanto puedas, come muy despacio

efectúa un único disparo provechoso para tus semejantes

y no, no es este un texto resignado, es el diptongo de la sonrisa y la calma

cuando el vaso se siente medio lleno porque ve a su sed regresar.

PABLO LÓPEZ CARBALLO

Deja un comentario