espacio de crítica literaria y cultural

Posts Tagged ‘Pre-Textos’

Tengo exactamente más pero está lejos: «Temperatura voz» de Mariano Peyrou

In Mariano Peyrou, Uncategorized on noviembre 20, 2010 at 9:58 pm

Mariano Peyrou ha logrado construir un sistema poético propio en apenas una década de escritura. Desde su primer libro, La voluntad de equilibrio (2000), hasta el quinto y último hasta la fecha, Temperatura voz, ha conformado una poética genuina que cada día más despierta un gran interés. Habitualmente, cuando una escritura está en vías avanzadas de desarrollo tiende a repetirse, a autoerigirse como solución a todos los problemas que salen al paso del poeta, pero en Temperatura voz no se recurre a esta manida reproducción, sino que por el contrario la inclinación está del lado del avance, de una nueva exploración dentro del territorio poético de Peyrou. Dicho de otro modo, la mirada al mundo y la reflexión lingüística no se bloquean y, con ello, ofrecen una perspectiva diversa, que necesita y encuentra nuevas formas de representación.

La tensión entre dos polos, sin ser un recurso retórico, representa uno de los ejes decisivos de su producción. En esta ocasión, la fricción más urgente es la que provoca la disputa entre sujeto y objeto. La necesidad de confluencia de estos dos elementos, aunque sea de manera fugaz y perecedera, vertebra Temperatura voz. En su exploración, el poeta necesita de nuevas formas de percepción. De este modo, ya no se impone la visión, como en sus anteriores libros, sino que la percepción acústica y sensorial pasa a cobrar el mayor protagonismo. Lee el resto de esta entrada »

«Game Over», Raúl Pérez Cobo

In Raúl Pérez Cobo, Uncategorized on junio 20, 2009 at 11:57 am

episode2- camp edelweiss

Desde una cierta perspectiva, el título de este libro parece encerrar una paradoja. Primero, game over es una expresión que va estrechamente ligada al género de los videojuegos, quizá no tan usada actualmente como hace unos años, pero perfectamente reconocible por cualquiera de nosotros y asimilable a ese (familiar) sentido de “juego terminado”. Segundo, porque game over era el pantallazo irritante que nos recordaba que no habíamos sido capaces de superar el reto versus la máquina (una Xbox 360, por ejemplo). Esto es, el lema moderno de la derrota cotidiana y lúdica, que aquí como emblema del libro nos plantea una sospecha. Aunque es cierto que no siempre esta voz (game over) se ha utilizado para indicar que la partida se ha perdido, el hecho de que aparezca como título del poemario hace que iniciemos su lectura sabiendo que es ésta una partida (vital) que hemos de dar por perdida de antemano. No en vano el título viene marcado en la cubierta con letras rojas, capitales, proyectando así ese código polisémico, plural, que nos obliga a entenderlo como broche final, pero al mismo tiempo como comienzo, de una extraña andadura a través de dos posturas en apariencia contrarias, pero que lejos de excluirse se complementan. Lee el resto de esta entrada »

«Nos han dejado solos», Rafael Espejo

In Rafael Espejo, Uncategorized on May 10, 2009 at 1:23 pm

Carne enamorada. Materia convertible

Como una fina y quebradiza
cáscara

José Watanabe

Mientras hablamos, cae el crepúsculo sobre el río
Y desciendo solo, en la nieve helada

Li Bai

Si El vino de los amantes (Hiperión, 2001) era un libro consagrado al amor carnal, al sexo y su belleza, Nos han dejado solos (Pre-Textos, 2009) es un libro de los tiempos muertos (para el amor): ya no hay delirios paralelos (Baudelaire), ni amour fou en estas páginas. Releyendo ambas obras se confirma la sospecha: “algo ha cambiado/ irremediablemente” en la labor poética de Rafael Espejo. Al menos así lo sugirere este otro paisaje poético, que es también de amor, pero de otra forma, donde el deseo ya no es impulso que corre, sino impulso retenido, aplazado.
Porque no urge la posesión (“No vengas esta noche./ Voy a pensar en ti”) es éste un amor que se vive sin prisas, despreocupadamente.

“Saciados el estómago y el sexo,
¿qué queda?”
Lee el resto de esta entrada »

«Es el verbo tan frágil», Sandra Santana

In Sandra Santana, Uncategorized on marzo 20, 2009 at 3:03 pm

No es nada nuevo, pero «el tema es desde luego intratable». Así comienza Es el verbo tan frágil, un libro monstruoso, por extraordinario, en el que se aborda una problemática perpetuamente irresuelta. Ésta que acontece justamente en esa fungibilidad del verbo, su dificultad (en términos de imposibilidad) para mantenerse estable. Como los peces que aparecen en aquel poema que da título al libro, las palabras «saltan en el agua / escogiendo caminos diferentes»; y en ello hay algo hoy por hoy incontestable: que no haya significante alguno que pueda entenderse como puro; pensemos si no en aquellas palabras del cineasta francés, Abel Gance, cuando afirmaba, no sin cierta beligerancia, cómo «en nuestra sociedad contemporánea las palabras ya no encierran su verdad».

Sin apartarnos de este punto, sería ésta la idea que haría aquí de la escritura toda una empresa de ingeniería encaminada a la creación de (nuevos) recorridos originales, capaces de superar las huellas del lenguaje a través de la activación de la ironía, en este caso, como particular metodología. Una postura que, como comprobamos en este libro, revela a Sandra Santana como perfecta artífice de las estrategias textuales: todo un ejemplo de domesticación de las pulsiones semánticas (pliegues) del lenguaje, asumiendo a su favor su esencial problemática: la ambigüedad. Lee el resto de esta entrada »

«El contrario», Francisco Alba

In Francisco Alba, Uncategorized on febrero 28, 2009 at 11:44 pm

Picotea Francisco Alba entre nuestro pasado y acaba por darse cuenta de que nada ha cambiado. El contrario es el libro que explora lo que está detrás de los muros sociales, la vuelta de cara de los conceptos y preceptos que sustentan nuestras vidas como ciudadanos. cellini-perseoEl contrario es el extremo opuesto a toda idea, la idea contraria, lo que subyace y se acaba oponiendo a aquello que perdura: una necesaria mirada hacia el pasado con los ojos puestos en nuestro presente.

Da muestra este libro de cómo la filosofía, la política, la vida y el arte acaban por ser inseparables en muchas ocasiones y en el resto se cruzan irremediablemente.
Tras la apariencia de un tono destructivo se esconde un desasosiego ante las manifestaciones humanas que se evocan en todos los poemas, «la creación es un golpe terrorista». Éste es un libro que habla de nosotros mismos como especie, como hombres individuales que se amparan en lo colectivo, se aglutinan y tienden a perderse. Lejos de situarse en una órbita antropológica, los poemas de El contrario giran en torno al motor humano que ha estado presente en todos nuestros grandes cambios, la destrucción, abordada desde planteamientos filosóficos cercanos al desmontaje. Lee el resto de esta entrada »

Los libros de Nadie

In Uncategorized on noviembre 15, 2008 at 4:04 pm

«Cíclope, ¿me preguntas mi célebre nombre? Te lo voy a decir, mas dame tú el don de hospitalidad como me has prometido. Nadie es mi nombre, y Nadie me llaman mi madre y mi padre y todos mis compañeros.»

Homero. La Odisea.

Reses. Esther Ramón.

“Soy la mano que sacrifica reses”, así comienza el último libro de Esther Ramón, una poeta que aborda el espacio representativo de Reses con la irracionalidad que todo matadero puede contener. El lenguaje, que transita el espacio entre el ganado, se desboca en este poemario con el fin de desmontar el discurso gregario. Lee el resto de esta entrada »

«El poema envenenado», Alberto Santamaría

In Alberto Santamaría, Uncategorized on agosto 2, 2008 at 6:29 pm

 

 

 

El poema envenenado no es un ensayo, o no es un ensayo y sólo eso. Alberto Santamaría confecciona algo más y acaba por firmar una poética. Una poética que rastrea los rasgos de su escritura y que intenta recorrer los hilos de sus propios poemas, hasta el momento primero, como solo los buenos poetas saben hacerlo. Muy probablemente no fuera este el propósito, pero el resultado sitúa a este libro en la órbita de sus textos. Con ello no debe entenderse que el poeta cántabro hable aquí de sí mismo, sino que al trazar esta cartografía, o coordenadas (principalmente autores del siglo XX), que es este Poema envenenado, no hay duda de que se nos muestra una forma de estar ante lo poético y en el mundo, donde poesía y pensamiento se dan la mano.

El poema envenenado es una poética de poéticas, una poética de sistemas de pensamiento; de la base de los sistemas, lo que está presente y a la vez en fuga.

El texto se desarrolla como la poesía (veneno) que describe Santamaría, entre la irracionalidad y el pensamiento, “fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo” que diría A. González, aquí descontextualizado.

Como bien hace entender el autor, el veneno no es una cualidad ni una capacidad, sino más bien una esencia. El poema sería veneno en sí; no ofrecería veneno además de otra cosa, es el propio veneno, el estado ontológico que fluctúa entre los límites de lo sano y lo enfermizo, gracias al contagio. Así, la construcción poética, “donde lo estético como espacio y lo poético como sentido se funden” en tanto que veneno es vital en sí misma y a la vez sustancia vírica, transferida por contagio y destilada como estética.

En El poema envenenado se formulan tentativas (así lo califica el autor) de diversa índole. Una de las más atractivas es la subtitulada “Fragmentos sobre el poema y lo real”. En ella se muestra cómo el poema se adentra en lo real, sabiendo de sus limitaciones y del papel que en él juega la mirada individual, para después confluir en dos direcciones complementarias; hacia lo exterior y hacia lo interior.

Como bien nos hace recordar Santamaría, la palabra poética nace en violencia con el lenguaje y con el mundo real y es a través de esta confrontación con el mundo como se percibe la presión de lo real de la que hablaba Wallace Stevens. Situación ésta que obliga o conlleva a preguntarse por el yo; “Una pregunta y la múltiple indecisión (e indecibilidad) de la respuesta irán conformando el poema” en palabras del propio autor. Salvando en cierto modo los problemas que acarrea el acercamiento a lo real, el poeta observa cómo otros han ido forjando “una nueva realidad desde el lenguaje”.

Stevens, ante esta presión de lo real, reclamaba un sublime rebajado, una revisión de los planteamientos longinianos y una escritura acorde estética y poéticamente con la época. Por ello, se pone de manifiesto en este libro el trabajo de diferentes autores por reformular su presente y la capacidad de éstos de filtrar la violencia a través de la observación.

La violencia está presente en el mismo acto de mirar, a través de la mirada se produce la tensión, como en el poema, entre el contacto con el mundo y la propia condición de ser humanos. Con este choque surge la respuesta carnal, como sucede en Notas de invierno sobre ficciones de verano, la palabra golpea su materialización al tiempo que se reformula la memoria como presente, y lo real y lo imaginado se funden y confunden. Destaca de todo este entramado la visión personal, el acercamiento individual que ilustran estos versos de El hombre que salio de la tarta:

Mi verano es más sucio –ya lo sabes- y por eso

más hermoso, y de él apenas recuerdo

los viajes, el sudor y la lluvia a destiempo,

la piel que me entregabas, el sonido de tus

pulseras, y el replicar de tus manos al tocarme.

Ese es el verano del que yo hablo, idéntico

y tan diferente al tuyo.

En este y en otros poemas no sólo se pone de manifiesto el acercamiento subjetivo, sino que también se ofrece la tensión entre la propuesta poética y los límites estéticos imperantes. De ahí que en este poema contrasten los primeros versos con estos últimos aquí transcritos, mostrando una clara intención de expandir la expresión, de descartar convenciones y rescatar detalles habitualmente al margen del eje central. Todo ello conduce a El poema envenenado donde constantemente se trata de la superación de límites estéticos y de la reformulación de diferentes usos del lenguaje, invirtiendo y rebasando diversos sistemas de pensamiento. Un ejemplo de ello sería el capítulo “Baudelaire y el asco. Tentativa ficción”, apartado muy bien desarrollado con un estilo amable y tentador. Idéntica situación la encontramos en la tercera parte del libro “(Algo sobre) venenos románticos”, en el capítulo “La expresión de la fractura del tiempo” de la segunda parte, o en el primero “La violencia del poema. Fragmentos sobre el poema y lo real”. Por el contrario, en otras páginas de este libro, la acumulación de citas  y la superposición de ideas dificultan el seguimiento, no impidiendo aún así que el contenido se altere, ni se pierda en absoluto.

Habría que resaltar lo acertadamente que Alberto Santamaría cristaliza las diferentes aproximaciones realizadas, ofreciendo un panorama teórico-poético que porta un nuevo veneno, el propio texto del autor contra sí mismo, contra la poesía y contra lo real, en una dialéctica fructífera de la que destaca la idea de reescritura y reformulación constantes.

El poema envenenado esta en sintonía con su anterior trabajo ensayístico, El idilio americano, que nos ofrecía una maravillosa lectura del arte norteamericano, en el que Santamaría ha sabido ver la construcción de una tradición (o el despojamiento de otra) realizando además una lectura en contraste con la europea. Se establecen aquí múltiples conexiones con aquel ensayo, sobre todo a través del planteamiento estético de Stevens, que en esta ocasión se amplía en detalles y nuevos desarrollos junto a los anteriormente publicados. En esta tradición Norteamericana se han sepultado como en ningún otro sitio la utilización de categorizaciones previas para acercarse a la escritura, o más bien habría que hablar de sistemas preconcebidos, que el autor señala como rasgo fundamental en la conformación del panorama poético y artístico norteamericano, y que de alguna manera consigue traer a nuestro lado una revisión y una más que probable muestra de su uso. Así las cosas, podemos entender cómo varían los ejes constructivos del poema y que “La realidad (y su sentido de violencia) forma cada vez más parte del pulmón mismo de la escritura poética” haciendo del presente una necesidad de toda escritura.

En definitiva, la poesía combina lo racional y lo irracional en un continuo juego de cambios de paradigma y superposiciones y se construye en la tensión entre la mirada, lo real (y sus límites en permanente devenir) y el lenguaje. Un claro ejemplo, para terminar esta aproximación mía que no llega a tentativa, lo encontramos en su poema “Hombre y tarta”:

Qué diablos

hacía un hombre en una tarta

sino ser él mismo esa tarta. Allí dentro,

sin espacio y sin tiempo.

Qué hacía,

Sino esperar el grito, la sorpresa:

tomad, aquí está mi cuerpo.

Qué hacía, sino comenzar siempre de nuevo.

PABLO LÓPEZ CARBALLO

 

 

 

 

«Cuarto de hotel», Coral Bracho

In Coral Bracho, Uncategorized on May 19, 2008 at 4:15 pm

Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse.

GEORGES PEREC

 

Hay lugares que se tocan/ en el filo/ de lo que somos; otros/ urden sus cauces. Hay pocas cosas que sean más triviales que un cuarto de hotel, aunque, sin embargo, estos puedan en ocasiones decir-nos mucho más de nosotros (y de nuestro mundo) que nuestra propia vivienda. Ahora bien, si lo despojamos de su fisicidad, si lo convertimos en espacio mental, en lugar privilegiado para la experiencia privada, en metáfora de uno mismo (pero de todos), el cuarto de hotel puede también presentarse como pre-texto metafórico idóneo para abordar la tiranía silenciosa del status quo actual.

 

Entendido como un universo cerrado sobre sí mismo (Bégout), el cuarto de hotel podría considerarse una suerte de antilugar o de espacio otro que, además de desmentirse en tanto espacio de espacios, permite al mismo tiempo un grado de abstracción cercano al punto cero de la existencia empírica.

 

Abordando, pues, una de las ideas clave del pensamiento moderno: el reconocimiento de uno mismo en la experiencia: la ipseidad o cierre de la sustancia, reflexionada en sí como sujeto […] el ser, a pesar de todo, sí mismo (apunte de Félix Duque en el prólogo de El Tiempo y el Otro, de E. Levinas), Coral Bracho ha elaborado un discurso ontológico cargado de escepticismo, en el que subyace un hondo sentimiento de ataraxia. Un poemario que gravita en torno a la asunción de la pérdida de confianza en el orden y en el progreso, en la capacidad de conocimiento y, como no podría ser de otra forma, en la sospecha de las verdades mal llamadas eternas.

 

No hay que acercarse demasiado

al brocal del pozo. Toma esta piedra

que contradice

a esta otra piedra que es idéntica. Aquélla

habrá que lanzarla lejos.

Cuando cae una gota se diluye la imagen.

¿Por qué, pues,

sostener ésta?

 

Fluctuando, entonces, entre los albores del pensamiento moderno y la pulsión de la era posmoderna, Cuarto de hotel configura un discurso singular y complejo que por momentos excede su propia cosmología, promocionando un nuevo modo de pensamiento y de relación -aproximación- con el mundo, más contenido y consciente, como ya apuntamos, de la contingencia (y límite) del conocimiento (y pensamiento) humano. Una conciencia que, dicho sea de paso, lejos de redimirnos, nos agita y nos convulsa.

Siguiendo en esta línea, en Cuarto de hotel se nos muestra el discurso de quien ha asumido enteramente la ilusión del entendimiento, y que por ende comprende la problemática que supone la sola pretensión de establecer un vínculo identitario entre el hombre y el mundo; una dificultad que se acrecienta cuanto más sabe uno de la inevitable necesidad de entender la realidad como constructo del aparato cognoscitivo que la interroga; cosa que también sucedería con el espacio y el tiempo, formas también sujetas a la reflexibilidad del propio individuo.

 

En este sentido, la realidad, cuyo correlato bien pudiera ser el hotel de este cuarto, no es sino una forma determinada de presencia: una forma que, al mismo tiempo que descubre su parcialidad, evidencia escrupulosamente lo inabarcable de sí misma, en tanto abstracción, se entiende, de aquello previamente considerado. Ello explicaría, por otro lado, que esta imposibilidad de conocimiento haga de la auto-reflexibilidad un acto sumamente perturbador pero que sin embargo necesita, como paliativo, ahondar en la significación de la propia experiencia. Como decía Wittgenstein, lo difícil de saberse instalado en el propio presente es saber (y yo diría, incluso, poder) hacerse cargo del mismo.

 

Estamos, pues, ante la proyección de un sujeto sobre su entorno; un sujeto que ha asumido su carácter prescindible en un mundo que se (le) re-presenta arruinado e inconstante, como bien muestra la transición, a lo largo del poemario, de ese primer espacio de encierro hacia un siguiente espacio, ahora abierto, en el que, dada la vinculación hombre-mundo ya antes aludida, se ve inmersa la idea de muerte (y con ella, el fin del tiempo y del espacio). Como consecuencia de esto mismo, el sujeto toma firme conciencia tanto de su existencia: sin mi consentimiento alguien/ me tiene ahí […] no encuentro el modo de salir del hotel, como de su inevitable pérdida de consistencia: si no fuera por uno que otro niño que en ocasiones/ voltea y sostiene nuestra mirada, dudaría/ que estamos aquí.

 

Y entre ese instante volviéndose.

Por otro lado, y aunque esto sirva sólo como apunte, sería interesante preguntarse por la división espacio-temporal de este poemario, dispuesto como aparece en seis capítulos o transiciones cuya función, podríamos decir, sería la de reafirmar la idea deleuziana del tiempo como categoría estratigráfica (poseedora de más dimensiones que el espacio, y capaz de dar forma a series distintas): un abismo: la interioridad en que nos movemos. Por eso habría que partir de la soledad, entendida como el acontecimiento en el que se cumple toda la soledad del existente […] toda la intensidad de su vínculo consigo mismo, para entender que el tiempo no puede ser ya tratado en términos de trascendencia ni de eternidad. Se es en soledad, por mucho que uno esté rodeado siempre de otros objetos y seres, y en constante interrelación con los mismos.

La soledad, en este sentido, debería ser entendida como la unidad indisoluble entre el existente y su acción de existir (como matiza E. Levinas), un asunto muy ligado, por otro lado, a otro de los ejes fundamentales de este poemario: el lugar de la palabra en la economía general del ser: una búsqueda de la que se desprende un sentimiento primitivo, anterior a nosotros mismos, y siempre un poco conmovedor.

 

 

comenzaban a llamarte las piedras, respiraban,

sus numerosos rostros, su palpitar

gesticulante,

desde los muros. Veías

la entrada de la cueva y sabías. Tótems

fundiéndose. Una

respiración sobre otra. Es para ti.

 

 

 

 

 

Mariano Peyrou- «Estudio de lo visible»

In Mariano Peyrou, Uncategorized on noviembre 18, 2007 at 12:21 pm

Peyrousereno, occidental, entre las plantas

MarianoPeyrou

Estudio de lo visible, Pre-Textos, 2007

Mariano Peyrou (Buenos Aires, 1971), como viene siendo habitual en sus poemarios, nos sorprende con su observación del mundo, a través de una exploración que no se mantiene en la superficialidad (lo real-visible y sus transparencias), sino que ahonda en la esencia de lo real contemporáneo, siendo consciente de que vive en un periodo caracterizado por la representación y el espectáculo. Así explora conceptos y términos, abriendo sus dualidades y múltiples posibilidades, sabiendo que su arma es el lenguaje.

En este sentido, da cuenta el autor de las funciones que ocupamos dentro del sistema y de cómo estamos a merced del mercado global y su impecable astucia. Cualquier cambio de función está previsto. Cambian las interrelaciones pero no cambia el conjunto: Lee el resto de esta entrada »