espacio de crítica literaria y cultural

“Los límites”, ilimitados. Matías Miguel Clemente.

In Uncategorized on febrero 8, 2008 at 11:27 pm

Se piensa que si el espacio-tiempo se viera

tendría forma de espuma.

Ernesto Cardenal. Versos del Pluriverso

Bruto no pensaba que el tiempo fuese circular, no creía que su ruptura con el rumbo de la historia estuviese dentro de un orden cíclico; mas bien sentía su traición como un límite impuesto a las longitudinales hazañas del hombre. Pero fue precisamente esta barrera la que le hizo caer en la oscilante narración de lo memorable: “bruto no piensa tomar la próxima curva/ no la va a tomar/ seguirá la rectitud que le marca la radio/ caerá por el puente”

Con este tu quoque fili, Matías Miguel Clemente nos presenta la gran cantidad de límites existentes frente a la unidad de un solo final. Tanto en la concepción circular del tiempo griega, como en la lineal inaugurada en Roma, los límites pueblan a sus anchas, con la única diferencia de que en esta última hay un claro final que no vuelve a hacer surgir los acontecimientos. Y van a ser estos acontecimientos limitados de los que nos hable el poeta, pero dándole a todos ellos aire, enfrentándose al límite para hacerlo poroso, sin que haya líneas divisorias ni “barreras de este globo de feria que me tiene/ atrapado”.

Los límites abordados son los del tiempo, los de lo sensible y sobre todo los del lenguaje. A ellos se opone una visión discontinua de la realidad, una propuesta circular, en la que lo curvo desautoriza a las líneas. Esta batalla contra lo lineal se entiende como una traición (igual que la de Bruto), como una amenaza ante lo finito y la teleología del suceder, propia del proyecto ilustrado.

Desconfía este poema (la sucesión de textos tampoco es lineal, adopta la misma circularidad que el pensamiento, de ahí que podamos hablar de un solo poema) de ese camino trazado y por ello plagado de límites, que nos conduce hacia el progreso, y llama la atención sobre lo tambaleante de un sendero tan recto: “por todos nosotros los bípedos/ funambulistas que recorremos la tiza del suelo”. La misma idea será puesta de manifiesto en lo referente al lenguaje, donde el campo de acción es tan grande que acabamos por perdernos y tomar rutas tan delgadas y finas como el filamento de una bombilla.

Pero si por algo no comulga el poemario con los límites es por la imposición que estos implican. Una imposición que viene tanto del exterior como del interior de las personas y que desconcierta a aquel que la padece: “lo cierto se hace nube lo engañoso pasta/ y las manos/-entonces- resbalan en la frente ante la pregunta/ de cual es el gesto verdadero”. Ante esto, se aboga por una disolución de los binomios, por una comprensión oscilante de los fenómenos, que borre esas líneas que dividen a “el indio/ o el vaquero”.

Este acto de rebeldía es de obra y pensamiento (como diría aquel cura de pueblo), ya que no se claudica, ni ante la estrechez del lenguaje.Sínaga El propio discurso rompe los límites de la lengua para sustituir lo cuadrado, lo que sólo puede ser recorrido en una dirección (“destructiva-mente recta”), por lo curvilíneo, lo redondo (“dulce-mente redescubrió la curva”), lo oscilante (“alma picuda”) en busca de la pluralidad semántica (“natural-mente”). Otro buen ejemplo de este trabajo poético es el caligrama hecho con la “L”, que además inunda todo el libro. En el origen de este quehacer está la cuestión de cómo nombrar y ponerle límites o líneas a lo inefable. La solución nos la ofrecen por escrito, pues la poesía que rompe las convenciones es capaz de circunscribir- no delimitar- el lugar de estos funambulistas en el mundo:

“Las cuerdas tensas son al fin y al cabo las que dan

la melodía justa la                              curvatura del sonido”

Este ejercicio que cuestiona lo absurdo de los planteamientos unidireccionales, de las certezas y de las imposiciones, responde con una postura incrédula, que duda y después construye, manteniendo un vaivén entre lo posible y lo imposible “para decirle a la muerte que mi límite/ está todavía en prácticas”.

De este modo, si todavía existen personas que creen en que conseguirán la redención final, acatando una serie de límites, este libro podría enseñarles, en tanto verdad poética, a revelarse y expandirse en un espacio-tiempo inabarcable.

ROSA BENÉITEZ.

  1. Gracias, Rosa. Viva lo liminar.

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