espacio de crítica literaria y cultural

La Gesamtkunstwerk de Juan Andrés García Román. “El fósforo Astillado”

In Juan Andrés García Román, Uncategorized on octubre 30, 2008 at 11:17 am

 

 

 

naranjas

desperdigadas entre las tumbas

he de morir de tanto inútil,

he de morir de palabras

Hugo Mujica

 

 

 

 

El último libro de Juan Andrés García Román no es una ópera de cámara, sino un poemario que comparte con Wagner la idea de “obra de arte total”. Aunque su autor estructure el libro a la manera de libreto operístico dividido en tres actos (con soprano, tenor, actores diversos y apuntador incluidos) y a pesar de las claras referencias a este ámbito, como las de la desdichada Lady Macbeth o Lear, lo que más vincula esta obra al mundo de la ópera es más bien su voluntad artística. Esto se desprende del hecho de que todos los modos aquí trabajados (desde el diálogo, la narración, a la pura enunciación “lírica” y todo ello bajo un implacable ritmo musical) tienen como finalidad encontrar una complementación estética a las (reducidas) posibilidades del lenguaje.

Y es que estas “posibilidades del lenguaje” son el tema central de unos poemas que no creen que debamos acomodarnos en la posición de la imposibilidad del decir o que, por el contrario, hayamos de confiar plenamente en la capacidad enunciadora, sino que más bien abogan por re-hacer el lenguaje, por devolverle su propiedad comunicativa a través de la palabra poética en un juego incesante entre signos, significantes y significados.

 

 

Coge un fósforo, rómpelo en siete tramos,

coloca esos tramos separados por una cierta distancia en zigzag como la raya discontinua de una carretera o una fila de hormigas: huellas que sacan el concepto de fósforo de su interior , huellas que llevan a cuestas, como miga de pan, la idea de fósforo y la conducen a otro uso y por tanto a otra esencia. Una redención-piensas.

Porque lo has roto y sin embargo lo has creado:

Has encendido el fósforo.

 

PALABRA INANIMADA

La palabra nace, como se anuncia en «la mañana según tu evangelio y el mío», para encontrar la cosa que nombra y, después, proseguir su camino hacia “el resto”, en busca de “las otras cosas” que puede encontrar. Su itinerario sólo tiene sentido si aceptamos otra de las propuestas de este pensamiento en imágenes, a saber, que no hay mentira mas insistente y hermosa que la del ser/ en el lenguaje. Este génesis queda reafirmado en el poema que cierra el libro y que, sin duda, vuelve a establecer uno de los tantos diálogos existentes entre los versos del poemario: si en «la mañana según tu evangelio y el mío» la palabra era lo que confería alma, existencia, en «¿Quién habla ahí (Aurora en Palermo)?», el sujeto poético se interroga sobre si ese alma que dio forma a la existencia no debería ser “des-escrita” en un proceso -el del quehacer poético- que regresase a lo que ya no tiene principio; recorrido incesante hacia la ausencia de la cosa (será siempre un ensayo general y nunca el gran estreno de la ópera). También, en este sentido, son importantes las acotaciones hechas bajo el rótulo de «Cuaderno del apuntador» que vienen a funcionar, en algunos casos, como suerte de aforismos en busca de una reinterpretación lingüística de los conceptos y las circunstancias que los sustentan: Clavaban a Jesucristo de espaldas: mirando a la cruz.

 

LO REAL Y SU DOBLE

Afirma Clement Rosset que lo real es “idiota”, en el sentido de único, singular, solitario e irreductible a los límites de la razón. Este carácter de lo real es el que hace que todo concepto sea una invención, un hijo partenogenético de la Ilustración dice García Román, en uno de sus versos, y que el poeta opte por la representación en imágenes, a las que en este libro confiere la tarea de librarnos del doble de “lo real”. Esto permitirá que el lenguaje (no) se necrosa(e) como el coral y que pueda llegar hasta nosotros algo de esa excelencia de la realidad. De este modo, es la libre asociación de «la primera cena» la que mejor podría acercarse a eso que hemos llamado realidad.

Los surrealistas lo intuyeron a partir de Freud y Lacan lo reafirmó con sus conceptos de lo real, lo imaginario y lo simbólico; las cosas pierden su esencia al ser representadas. Según éste último el arte será un proceso de sublimación de la Cosa, intentará otorgarle al mundo físico, a los objetos, la categoría y dignidad de la Cosa, aunque jamás logre representarla, por ser lo Real un vacío primordial al margen de lo simbólico. Sin embargo, para Lacan, como para muchos otros, este trabajo no será algo inútil, sino que representará uno de entre los modos de acercamiento a lo Real. Por eso en El fósforo astillado, una vez cerrada la puerta del teatro y terminada la función, el trozo de coral se ha puesto gris, ha muerto, la historia -en palabras- ha sido relegada a lo simbólico, mientras que la soprano permanece como real; entendida aquí también en términos lacanianos como ser físico y pre-simbólico.

 

 

UNA HISTORIA DE AMOR

La soprano es símbolo, doble, relato de Annalisa, una muchacha con inquietudes sociales y artísticas, quizá la enamorada de Montale, se nos advierte al comenzar el libro. Pero en este ensayo general, (al colocar el espejo en el cuarto, la realidad comenzó a ser doble), el sujeto poético enuncia su realidad, su amor, su sueño por alcanzar la belleza del poema. La ópera deja de ser un déjà vu y pasa a la acción. Lo consciente y lo inconsciente se unen con el lazo de Moebius en el pelo.

Es difícil escribir de amor sin caer en lo desgarrado o en lo cursi y es más difícil aún, como en este poemario, si se ha desterrado a los ideales y se busca ahondar en lo crudo, lo informado. García Román salva estos impedimentos gracias al juego de la representación; soprano y tenor están actuando y esto nos mantiene expectantes sin que advirtamos el doble al cuadrado: se crea la ilusión de que hay un amor real.

Está el autor sentado, meditando

[…]

El origen se solapa con el final y la forma se hace indiscernible del

Fondo. Lo que existió ya no puede diferenciarse del resto.

 

LAS MEMORIAS, LAS GUIRNALDAS

Juan Andrés García Román se niega a adscribirse a una sola tradición, no quiere convertirse en estandarte de una poesía social, ni en soñador surrealista. Sin embargo en su escritura convergen todas y ninguna; es lo bueno de haber nacido en los 70 puesto que para desescribir el palimpsesto, primero hay que saber que está ahí.

El ambiente de El fósforo astillado consigue reunir a Botticelli, Millet y Magritte, bajo la atenta mirada de los poetas alemanes del S.XX, para que lo inefable, al menos, se asome. Este poeta que medita e imagina nos sorprende con una poesía cargada de poética que no renuncia a la fantasía

 

Pero, ¿sabes?, a veces mirar el mundo es como comerse un lenguado:

Primero una cara y después la otra: el mapa de las ocasiones.

 

 

ROSA BENÉITEZ

  1. […] parece que el último libro de Juan Andrés García Román lo ha logrado. El fósforo astillado es para Afterpost el mejor libro publicado por el mercado literario español durante el último […]

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