espacio de crítica literaria y cultural

El «Aire Nuestro» de Vilas ya es de todos.

In Manuel Vilas, Uncategorized on diciembre 20, 2009 at 7:37 pm

THE NIGHT, THE PORCH

To stare at nothing is to learn by heart

what all of us will be swept into, and barring oneself

to the wind is feeling the ungraspable somewhere close by.

Trees can sway or be still. Day or night can be what they wish.

Whate we desire, more than a season or wheather, is a comfort

of being strangers, at least to ourselves…

Mark Strand.

Todos los suplementos culturales o secciones periodísticas -dedicadas a la homónima parcela- reseñan o mencionan estos días el último libro de Manuel Vilas. Lo elogian por su carácter renovador, su ingenio estructural y el atractivo de su prosa. Todo esto es cierto, aunque una vez más hemos tenido que esperar a que el autor publicara en una gran editorial para que la crítica se refiriera a ello. Estas características ya estaban en Zeta, Magia y España (“dopplegänger” de Aire Nuestro), y además pueden ser igualmente aplicadas a sus poemarios, pero parece que es el sello editorial el que nos abre los ojos -y otros sentidos- al buen gusto literario (algún lector avispado no renunciará a pensar que la palabra DVD aparece en más de cuatro ocasiones de manera poco casual…)

De hecho en Aire Nuestro los temas son los mismos: el problema de la identidad, la tradición literaria nacional, las interferencias culturales, la economía y la política globalizada, la ciudad, etc. También el formato es similar: narraciones breves conectadas por una historia en común (la de un revolucionario canal de televisión, en este caso). Incluso hasta el autor es igual. Y esto último, siempre que no tengamos en cuenta las palabras que el narrador de «carta al hijo» le dedica al escritor de Aire Nuestro, ya que según éste, escribir sobre uno mismo conduce a que el individuo se convierta en algo parecido al célebre personaje de Italo Calvino: un conde demediado.

Quizá por eso Vilas aparece en su última novela partido en dos: mitad Vilas, mitad Manuela, César o Vilas senior,/ mitad Manuel, mitad Lomas,/ mitad Vilas, mitad Tony, incluso a lo polaco devenido a yanki: como Bobby Wilaz. Es decir, ofreciéndole a la fragmentación del yo algo de su propia medicina.

De este modo nos encontramos con una de las claves de la escritura de este autor: la inversión, el apelar a la otra cara de los acontecimientos, la imaginación que trabaja a partir de una postura radicalmente irónica. El recurso temático a ciertos hechos o prácticas propios de la cultura contemporánea no supone aquí la asunción y celebración del status quo, sino todo lo contrario, un crítica perversa (en el mejor sentido de la palabra) a lo establecido y al orden impuesto. Parece que Manuel Vilas ha sabido quedarse con la mejor parte del pop y algunas Vanguardias.

Esta batalla contra lo políticamente correcto, la cultura como ocio, el capitalismo “bondadoso” (el que en la novela practica John Lennon) y todo lo que empiece por el prefijo “multi-” está presente en el conjunto de la obra del escritor. Su trabajo disecciona de una manera extraordinaria la particular idiosincrasia española, este Aire Nuestro, así como todas las contradicciones inherentes y presentes en la propia idea de que exista algo así como Una identidad nacional: “Tenía gracia que fuese un español el que estuviera introduciendo la modernidad en Francia a través de una báscula de precisión made in China.”

Ahora bien, todos los personajes de Aire Nuestro sí que poseen un sustrato común, una espacio comunitario, un mismo deseo: todos son producto de la era postindustrial. Y da igual que aparezcan situados en los años 70´ (década clave en esta novela), en el 2008, con la Expo de Zaragoza, o en el 2398 y a punto de expirar sus últimas voluntades; todos ansían la revolución. La revolución en todas sus direcciones posibles: política, social, cultural o sexual, cambio y a lo grande, eso es lo que importa. Desmontar las convenciones y conseguir cosas tan aparentemente improbables como que Gerardo Diego y Luis Cernuda protagonicen un acto de amor, encarnados en la persona de la propietaria de un club llamado La generación del 27 y un poeta local conocido como Elvis Ballis.

Y claro, surge así uno de los nódulos centrales de la televisiva red de Aire Nuestro: Elvis Presley, que en estas páginas representa algo así como el fracaso de la sociedad, la política, la cultura y de ese ente superior al que llamamos economía. Elvis es el cuerpo contenedor de esas post-células norteamericanas destinadas a fagocitar todos los antígenos que encuentran a su paso. Por eso Vilas, consciente de ello, vuelve a aclarar en las notas al pie de la novela, y “para las traducciones de Aire Nuestro”, algunas de las particularidades culturales que harían imposible que un norteamericano comprendiese este libro, porque ellos, a diferencia del resto del orbe, sólo exportan y cuando recorren el camino inverso, se las ingenian para que cualquier cosa acabe teniendo “su propio aire”.

De ahí que resulte curioso que Manuel Vilas, igual que muchos otros, haya aprendido esta lección de los propios norteamericanos (Foster Wallace con sus extraordinarias notas al pie o Franzen y el humor ácido podrían ser algunos de los referentes). Y es que a veces olvidamos que es de ahí de donde surgieron las mayores críticas hacia esta cultura globalizad(or)a. Así, junto a Luis Cernuda, Vicente Alexandre, Dámaso Alonso o Jorge Guillén aparecen aquí Lou Reed, Bob Dylan, Patti Smith o Alan Ginsberg. Éste último, junto con Whitman y Larkin, compartirá además purgatorio (CANAL 2 Telepurgatorio; «1. Coches de alquiler») con algunos de los grandes de la literatura en castellano: Lorca, Reinaldo Arenas y Lezama Lima. Pugna constante de lenguas que en este episodio quedarán emparejadas por razones que algunos llaman “extraliterarias”.

En definitiva, de lo que se trata es de deshacerse de “los padres de esto” como dicen los protagonistas de la serie «2. Historia de Nuela», Ana Manuela Carenina y su innominable pareja amatoria, que se encargan de matar, entre otros, a un tal Lajusticia; sembrar el caos para demostrar la ausencia de un orden primordial y contar otra historia. Precisamente, el volver a presentar los hechos, los de la historia, la tradición y la vida española, es uno de los leitmotiv de la literatura de Vilas, que lejos de pretender con ello escapar a la realidad, la abraza con interés y ansias de conocimiento.

ROSA BENÉITEZ.

 

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